Francisco Gabilondo Soler tocando el violín
Francisco Gabilondo Soler tocando el violín. Foto: Miguel Castillo.

Hace ya cien años que Francisco Gabilondo Soler (Orizaba, Veracruz, 1907-Texcoco, Estado de México, 1990) le dio vida a uno de los personajes más significativos de la cultura mexicana, “Cri-Cri”. Debido a su celebridad y el éxito que alcanzó gracias a su originalidad y propuesta, en la década de 1940 Walt Disney –con la consigna de unificar cultura e interesar a la población latina en sus productos– intentó comprar los derechos de uso de sus personajes y su música. 

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Para sorpresa de absolutamente todos, Francisco se negó rotundamente. Mejor dicho: ‘Charito’, su esposa, fue la que se negó, pues él no quiso recibir a Walt Disney en persona. En palabras de la periodista Elvira García, “Ella [Charito] le expuso a Disney que Gabilondo Soler se negaba rotundamente a llevar sus personajes hacia un ámbito distinto del radiofónico. Tanto el Grillo Cantor como la Muñeca fea, el Ratón Vaquero y cientos más que hemos conocido, nacieron para vivir en el amplio y libérrimo territorio de la imaginación, en ese espacio donde no hay fronteras ni etiquetas”.

 

El compositor fue siempre respetuoso de su trabajo y los objetivos con que lo había materializado. Si bien terminó colaborando alguna vez con Walt Disney, no quiso nunca ir más allá ni comprometerse ni mucho menos vender, porque tenía claro a quién pertenecían sus personajes y para qué formato habían sido creados.

 

No por nada la trayectoria de Soler cosecha más de 200 composiciones y cerca de 3000 páginas de relatos y textos varios. Era prolífico como lo han sido pocos. A tal grado que hicieron su biopic, la cual fue protagonizada por Ignacio López Tarso y dirigida por Tito Davison. Aun habiendo rechazado la oferta de Disney y hasta estos tiempos tan lejanos, su legado continúa siendo innegable.