Uno tiene ganas de que el doctor Gatell tenga razón, como ahora que dijo que tranquis con el Covid, que no pelemos a la UNAM. En serio. Llevamos años con ganas de que tenga razón, desde que empezó la pandemia. Pero nomás no, porque no puede y tal vez tampoco quiere tenerla, salvo que el Presidente se lo ordene.

Va de nuevo el recuento. Es cierto que primero negó que sirvieran los cubrebocas, luego dijo lo de que sirven para lo que sirven y etcétera, y luego los medio recomendó pero salió a la calle sin uno cuando estaba enfermo. Ahí están los videos.

Es cierto también que trató de convencernos de que no había bronca con el Covid, desde las equivalencias irresponsables con otras enfermedades, hasta lo de que el Presidente no era una fuerza de contagio, sino moral, hasta lo de las 60 mil muertes. También hay videos.

No es cierto, en cambio, que le pasara factura el mismo desconocimiento sobre el Covid que afectó a todo el mundo. Su reluctancia a usar cubrebocas y la frivolidad surrealista del semáforo epidemiológico –“Hoy parece rojón pero está en un amarillo naranjoso, así que compórtense como si estuviera verde”– fue la respuesta bananera de México a un virus que la mayor parte del mundo enfrentaba ya con mascarillas y pruebas masivas, esas en las que el gobierno se negó a gastar. Por supuesto, la vacunación, que dista de ser ejemplar, transcurrió a su pesar, no gracias a él.

En boca suya, la 4T se negó a comprar vacunas de calidad en tiempo como sí lo hicieron otros, gorroneó dosis en plan de hermano pobre y las aplicó sobre criterios a veces ridículos y en general deleznables (esas negativas al personal de hospitales privados y a los niños).

Acabamos usando un tutti-frutti de vacunas, gran parte de las cuales (chinas, rusas) no te permitían pasar las fronteras del occidente rico, antes de llegar a lo de hoy: asegurar que no vamos a hacerle el caldo gordo a las farmacéuticas, ni por tanto a comprar nuevas dosis, y en cambio ofrecer la Abdala, el brebaje cubano, para sí hacerle el caldo gordo a una tiranía.

En el proceso, Gatell mintió. Esos cuadros donde nos aseguraban que ya venían en camino tantas dosis de tantas vacunas distintas, que se aplicarían en tales fechas. ¿Los recuerdan? No había dos iguales. Un cuento.

Así fue que llegamos a los 800 mil muertos. Doctor: sabemos que su superior lo mantendrá en su cargo pase lo que pase, entre ideologización y politiquería. Disfrútelo. Pero al menos háganos un favor: deje de tranquilizarnos. Es escalofriante.

 

    @juliopatan09