Clara Brugada es un juego de artificio con el que se busca distraer (o entretener) a los habitantes de la capital del país.

Morena quiere, desesperadamente, recuperar lo perdido en la CDMX en la elección intermedia del 2021 y mantener el control del Gobierno central, pero no lo tiene fácil.

Quienes podrían asegurarle el triunfo de la jefatura de Gobierno (Rosa Icela Rodríguez y Omar García Harfuch) se han hecho a un lado.

Martí Batres quedó inhabilitado para competir por la candidatura luego de que aceptara ser el interino de Claudia Sheinbaum.

Brugada, actual alcalde de Iztapalapa, no tiene ni la presencia ni los amarres que otros morenistas pueden presumir, pero ha aceptado el papel de patiño en una carrera que aparentemente ya tiene un ganador.

Si los acuerdos entre morenistas se respetan, el candidato a la Jefatura de Gobierno de la CDMX será Ricardo Monreal.

El zacatecano participa en la pantomima de las “jornadas informativas’’ que las cuatro corcholatas de Morena y dos colados realizan a lo largo del país.

La más reciente encuesta publicada ayer coloca a Monreal muy lejos de la favorita de López Obrador, Claudia Sheinbaum; Marcelo Ebrard en segundo lugar; en un muy lejano tercer lugar a Adán Augusto López Hernández y en el cuarto lugar a Monreal.

Las corcholatas tienen dos meses aún para hacer sus campañas disfrazadas de jornadas informativas, pero poco puede cambiar en la competencia morenista.

Si acaso, un arrancón de Ebrard que cierre la competencia, pero nada más.

El acuerdo firmado por las corcholatas precisaba que el primer lugar sería el candidato presidencial, el segundo y tercer lugar serían los coordinadores parlamentarios en la siguiente legislatura y el cuarto lugar sería integrado al gabinete.

A menos que fuera secretario de Gobernación, a Monreal no le interesa más el Congreso en el que ha sido todo, mucho menos un cargo en el gabinete.

Las declinaciones de quienes estaban más cerca del ánimo presidencial, el notable cambio del discurso de Monreal y el reinicio de su relación con López Obrador son señales que no pasan desapercibidas.

Brugada quisiera, pero sabe que no será.

****
¿Qué posibilidades reales hay de que la elección del candidato/a presidencial de la oposición condicione a Morena?

La pregunta no es ociosa pues, si se cumple el calendario del llamado Frente Amplio por México, estarían nombrando a su candidato presidencial justo el día en el que se supone Morena realizará la madre de todas sus encuestas (ajá) para elegir a su abanderado.

Y aunque desde el presidente López Obrador hasta las cuatro corcholatas han criticado el método de selección de la oposición, en realidad sí están preocupados.

Si el Frente anunciara a Xóchitl Gálvez, ¿López Obrador se arriesgaría con Sheinbaum cuando la hidalguense conecta más efectivamente con el auditorio?

Si fuera Enrique de la Madrid, ¿el bueno sería Marcelo Ebrard?, cuyo discurso es más estructurado y, salvo la puntada de invitar a Andy a una fantasiosa secretaría de Estado, sigue siendo el menos radical.

Las encuestas actuales muestran a los aspirantes morenistas muy por arriba de los del Frente, pero eso es natural.

Las cosas cambian y las diferencias se cierran o se superan cuando hay candidatos oficiales en ambos bandos.

Como sea, los candidatos punteros en la alianza opositora deberán estar preparados para la guerra mediática que tendrán que enfrentar a partir de ya.

De la intensidad de esa campaña será la preocupación en Palacio Nacional.

LEG