En la antesala de la sucesión presidencial y el proceso electoral de 2024, México vive un momento político bastante significativo. Como ya se sabe, el movimiento que ganó la Presidencia de la República en 2018, con un amplio respaldo popular, emprendió el proceso de selección de su coordinador o coordinadora nacional de los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación 2024-2030.

Ante ello, fuimos puntuales en pronunciarnos para que sea un proceso imparcial, democrático unitario y transparente, capaz de profundizar y dar continuidad a la cuarta transformación de la vida pública de México.

No se debe soslayar el hecho de que, incluso antes de constituirse como partido, el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) pugnó por construir y aplicar procedimientos claros, institucionales y exitosos en la selección de sus candidatas y candidatos.

Lo ocurrido el pasado domingo durante la primera sesión extraordinaria del Consejo Nacional de Morena fue un ejemplo de unidad, civilidad y entendimiento. A partir de entonces, quienes tenemos la aspiración legítima de coordinar los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación en el país nos dimos a la tarea de cumplir con lo acordado durante este fructífero encuentro.

En mi caso, luego de hacer un recuento del trabajo realizado durante estos casi cinco años como coordinador parlamentario de Morena en el Senado y presidente de la Junta de Coordinación Política (Jucopo) de ese órgano legislativo, presenté mi solicitud de licencia al cargo ante la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, misma que fue aprobada.

Y en un nuevo ejemplo de unidad, los 53 senadores y senadoras de Morena aprobaron por unanimidad la designación de los compañeros Eduardo Ramírez y César Cravioto como coordinador de la bancada en la Cámara Alta e integrante de la Jucopo, respectivamente.

A partir de ahora, es fundamental seguir impulsando reglas claras, encaminadas a garantizar transparencia, imparcialidad y equidad en el proceso de selección del partido, pero sobre todo, debemos mantener la unidad.

Se trata de enviar al pueblo de México el mensaje de que estamos haciendo historia y somos capaces de seguir actuando con ética, compañerismo, espíritu unitario y con el ánimo de consolidar la transformación verdadera de la vida política de nuestro país.

Las reglas establecidas están inspiradas en principios democráticos y consideraciones de máxima representatividad, pero también en la superior convicción de que es más relevante la tarea que la persona, y que el poder, por encima de todo, debe ser ejercido para servir y no para servirse. A final de cuentas y como lo expresé en su momento, no hay que acostumbrarse a los puestos ni a los cargos, sino dedicarse con amor a los encargos.

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