En la serena certeza, en la equilibrada enunciación de su destino presentado como propósito y en la verbalización de su objetivo mediato, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo, contrastó con el ánimo adelantado de algunos de sus compañeros y entró por la puerta de su oportunidad histórica: aprovechará lo que ella misma no preveía hace dos semanas, concretamente hacer amplia difusión cotidiana en la interacción con las y los electores nacionales.

Para “ser la primera mujer en la historia de México en encabezar los destinos de la nación”, según ella misma lo dijo ayer con el matiz de que será con su propio sello, es que se separará definitivamente del cargo este viernes.

No es para participar en una encuesta. No es para demostrar que la población ya ve mayoritariamente aceptable que una mujer gobierne —-el INEGI indica que siete de cada 10 están “muy dispuestos” a tener una mujer Presidenta—.  No es para evidenciar que tiene experiencia y capacidad de gobernar. Ni siquiera es para avanzar en las encuestas porque todas, salvo una, le dan ventaja respecto del resto de las corcholatas.

Sheinbaum fue cuidadosa y moderada al contrastar, de nuevo, con otros aspirantes.

Como en diversas ocasiones, excluyó aludir a todas las condiciones que la diferencian de algunos de sus adversarios. No solamente es científica —lo cual en su caso implica un doctorado y un Nobel— y gobernante, eso lo remarcó y está claro. Evitó, significativamente, aludir a su distancia personal por biografía, por compromiso de activista y luchadora de estos últimos 46 años siempre en la izquierda democrática. No mencionó que ella es la única que no ha pertenecido nunca al PRI.

Se va ahora a partir del sábado a establecer una relación directa, amplia, dinámica, de varias etapas, con la población de todo el país.

Sustituye así la plataforma que, le criticaban, era el gobierno capitalino. Inicia el completo usufructo diario de la difusión nacional, precisamente, en la antesala de la nominación del o la candidata de Morena a la Presidencia de la República en los próximos 70 días.

Los anglosajones usan la expresión “a blessing in disguise” cuando de una condición desafortunada surge una oportunidad.

Hace una semana el ex canciller Marcelo Ebrard había sacudido a la opinión pública interesada en política con el anuncio de la renuncia, finalmente presentada ayer ante el Presidente. Afortunadamente, para el movimiento social abanderado por Morena todos los aspirantes firmaron un compromiso que les mantendrá, para fortuna desigual de la y los aspirantes, en situación del centro de la política nacional no solamente de aquí al 2024 sino al menos hasta el 2030. Si cumplen lo signado.

 

@guerrerochipres