La foto. Jesús Zambrano, dirigente nacional del PRD, se acomoda en el tiro de la cámara de la conferencia en que se declara falsamente ganadora a Alejandra del Moral; el dirigente nacional del PAN, Marko Cortés, queda relegado a pesar de la preeminencia de su partido y Alito, con el nombre marcado en tipografía enorme en su camisa como para identificar además quién es el dueño de un PRI sometido a su burocrática voluntad y nulo prestigio político, celebra que “ganaron”.

Tres horas después, se van, dejan a la perdedora sola con la sensata aceptación de su derrota y comienzan a promover destructivamente verdades, invectivas y chismes contra el gobernador Alfredo del Mazo por no haber hecho una elección de Estado.

En un escenario ideal y dinámico, en una empresa seria, en una agrupación política que revisara y premiara resultados o sancionara su ausencia, o en un equipo de futbol en el cual la directiva fracasara una y otra vez y además no generará ninguna estrategia creíble de victoria, los tres partidos ya deberían estar evaluando algunas renuncias.

Y si la militancia pudiera decidir ya se habrían levantado sus estentóreas voces generalizadas, sin embargo, el liderazgo de la alianza “no se toca”. Hecha cenizas, el mínimo roce la desperdigaría sin claridad de quién pueda recogerlas.

La meritocracia que dicen defender no se aplica para la valoración autocrítica, el mismo valor defendido por los odiadores de AMLO no es, aquí y ahora, reivindicado respecto de los dirigentes de esos partidos.

Y la prensa de compañía omite reclamarles con la décima parte de ferocidad dedicada cotidianamente al liderazgo políticamente eficaz del primer Mandatario.

Afortunadamente para el partido en el Gobierno, que cuenta con líder real y formal, recursos operativos y de territorio, estrategia y una variedad de aspirantes mejor posicionados que los de la maltrecha alianza de promiscuidades ideológicas, estos personajes permanecerán en la dirección política de la oposición.

Bueno para Morena, equivocación opositora.

Muchos otros y otras tampoco están dispuestos a la aceptación plena de las circunstancias que viven ellos y los partidos políticos con los cuales simpatizan.

La limitación de su análisis, autoimpuesta, impregnada de resentimiento y hasta furia, se exhibe cuando insisten en el cuestionamiento de las encuestas, en la ausencia de clara explicación y comprensión del éxito de la figura del presidente Andrés Manuel López Obrador o cuando denostan a las audiencias que por otra parte cuentan con voluntad política individual y acuden a votar… también en contra de ellos y ellas.

En este momento solamente les queda la carta de apostar a la división interna de Morena. Ahora, las encuestas externas no son buenas, las internas tampoco.

Para los perdedores de la elección del domingo no existe la ventaja de la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum. Sostienen que hay alguna oportunidad nacional si Morena se divide y la sociedad imaginaria apoya al segundo o tercer lugar restante del sondeo estatutario del partido que ya gobierna 23 entidades.

Buena suerte.

      @guerrerochipres