Desde hace 12 años, Hermelinda Yam dedica su vida a la producción de miel de abejas meliponas y lo hace con convicción y gran respeto.
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La mujer habita en la comisaría de Yaxnic, en Mérida, y cada día acude a los colmenares para cuidar de los ejemplares, les habla en maya y busca con paciencia obtener el elixir dorado.
“La abejita no prospera, hay que cuidarlas como si fueran bebés”, cuenta Hermelinda, de 59 años, para 24 Horas Yucatán.
Una de las características de las abejas meliponas es que no pican, “pero como que muerden, porque no tiene aguijón”.
Además, el proceso de recolección se da sólo en zonas de monte alto, “por eso dicen que esa miel es 100% higiénica, es una miel medicinal, nunca vas a ver una melipona recogiendo miel de florecitas de abajo”.
Esta minuciosa selección de la flor deriva en que el sabor de la miel sea particular y diferente a la generada por las abejas apis. Sin mayor dificultad ni ciencia, Hermelinda puede reconocer una de otra, pues la de la especie melipona “no es muy espesa”.
Hermelinda recuerda que en esta labor no todo ha sido “miel sobre hojuelas”, pues las tormentas tropicales de 2020 provocaron la proliferación de un insecto conocido como nenem, uno de los enemigos naturales de las abejas meliponas; este fenómeno repercutió en los panales y colmenas, que fueron abandonados por las abejas reinas y las colonias.
“No tengo dónde venderla, el año pasado si me estuvo comprando una señora allá en la plaza Grande a mil 200 el kilo, pero me dice una de acá que ella las vende hasta mil 700 pero no sé”.
Además, su sueño es tener un espacio mejor acondicionado para poder ofrecer el producto que recolecta con convicción, pues el arte de la apicultura lo pulió gracias al contacto diario con las abejas.
LEG