Hoy amanecemos con los datos de la inflación del pasado mes de abril. Con la ayuda que le da la baja de las tarifas eléctricas en algunas de las ciudades más calurosas del país, es casi un hecho que la medición general estará cerca del cero de crecimiento mensual.

La atención hay que ponerla ahí donde los banqueros centrales fijan la vista, en la inflación subyacente, que, si bien ha mostrado una desaceleración en las quincenas recientes, tampoco había sido una baja marcada rumbo a la meta que el propio Banco de México tiene.

Esta misma semana conoceremos el resultado de la inflación de abril en los Estados Unidos, y también la atención está centrada en los precios subyacentes. Las apuestas del mercado andan en torno a una inflación general del 5% y una inflación core, la subyacente, del 5.5%.

El dato de la inflación estadounidense es importante cuando hablamos de la interacción de las políticas monetarias.

La Reserva Federal decidió incrementar en 25 puntos base su tasa de interés referencial, hasta el 5.25%, y dejó ver la posibilidad de que se tomará una pausa en esta postura restrictiva. Claro, los mercados esperaban la señal contundente de frenar los aumentos, pero el mensaje apuntó mucho en esa dirección.

En México, la próxima semana, la Junta de Gobierno del Banco de México deberá tomar una decisión de política monetaria. Todo apunta al final de los incrementos en el costo del dinero que ha pasado del 4% en mayo del 2021 al actual 11.25%.

Solo que aquí el mensaje del banco central no tiene esa fuerza necesaria para comunicar adecuadamente las expectativas, así que la tasa es el mensaje.

Y debería mejorar mucho el Banxico en esa capacidad comunicativa, porque a partir de ahora entra en una fase de negociación con los mercados y hasta con el Gobierno federal para justificar sus pasos a seguir.

Cuando la inflación era alta y la respuesta era obvia, no había cuestionamientos al banco central para llevar a cabo su tarea antiinflacionaria. Pero cuando la inflación muestra una desaceleración y los altos costos del dinero sí tienen efectos en el desempeño económico y en las finanzas públicas, se necesitan banqueros centrales firmes y convincentes.

La próxima semana habrá reunión de política monetaria y hay muchas expectativas sobre cómo podrían explicar la eventual decisión de mantener sin cambios la tasa en los niveles actuales que parece un punto terminal en esta fase restrictiva.

Va a resultar inevitable que en los meses por venir el Banco de México empiece a recibir la presión por parte de diferentes agentes económicos sobre el elevado costo del dinero y sus efectos negativos para la expansión económica.

Si le llegan a explicar al presidente López Obrador los costos financieros adicionales para el pago de los compromisos de su Gobierno con sus acreedores, no hay duda de que en las mañaneras empezarán los mensajes a los integrantes de la Junta de Gobierno para que cumplan con sus instrucciones de bajar la tasa de interés.

Es ahí donde el banco central, con su composición actual, tendrá que demostrar lo que es la autonomía y para qué sirve. Ya lo veremos.

 

    @campossuarez