La situación en Ucrania está jugando un papel clave en los asuntos mundiales, pues sus implicaciones han comenzado a migrar a territorios que van más allá de los impactos directos en la economía global y las cadenas de suministro; ya que hasta el momento, la diplomacia multilateral ha fracasado en su intento por disolver la crisis, lo cual ha intensificado las tensiones entre Rusia y Occidente, así como también entre China y EU. Hecho que, a su vez, dificulta aún más la cooperación en temas globales y representa un grave peligro de confrontación nuclear entre las principales potencias.

En ese sentido, considero preciso retomar el artículo “La política global a la sombra de Ucrania” de Comfort Ero, el cual examina el impacto que dicho conflicto ha tenido para con las relaciones internacionales que, según la autora, ha fungido como punto de inflexión, al provocar una mayor confrontación entre naciones.

En lo que respecta a la relación entre EU y China, afirma Ero, la guerra en Ucrania se ha sumado a uno de los puntos de fricción más relevantes; pues la invasión de Rusia ha aumentado la percepción de amenaza en Taiwán y en Washington, que ven en la guerra indicios de su propia vulnerabilidad.

Cabe señalar que aunque algunos políticos han criticado el apoyo de la administración Biden a Ucrania, argumentando que debería centrarse más en China, la administración cree que necesita hacer ambas cosas. No obstante, si bien contrarrestar la invasión muestra signos de convertirse en una falla en la política estadounidense, contrarrestar a China no lo hace.

Es probable que Beijing intente mantener una imagen de neutralidad constructiva, pero en realidad sus acciones y retórica parecen reforzar a Moscú. En ese orden, el desgaste en las relaciones entre EU y China está orillando a Beijing hacia una mayor alineación estratégica con Rusia. Ello, a pesar de que mantener los lazos económicos con Europa, sigue siendo una de las principales prioridades de su agenda.

Sin embargo, las duras sanciones secundarias de EU apenas atraen a Beijing, pues aunque la asistencia de China a Moscú se ha limitado en gran medida al apoyo político y económico, todo apunta que Beijing indaga hasta dónde puede llegar para respaldar a Moscú y evitar el castigo occidental.

La guerra ha tenido un impacto más allá de las rivalidades entre las grandes potencias y ha cambiado los cálculos a lo largo de otras fallas geopolíticas; ya que además de los nuevos peligros en el sur del Cáucaso y su relación con el programa nuclear de Irán, el conflicto bélico también ha revelado la creciente influencia y autonomía de varios poderes intermedios activistas.

En tales circunstancias, no podría ser menos evidente que la guerra ha puesto sobre la mesa la necesidad de una mayor cooperación y diálogo entre los países. Por ello, como menciona Ero, la solución no puede ser la victoria de uno u otro bando, sino más bien una negociación que garantice los intereses de todas las partes implicadas.

¿O será otra de las cosas que no hacemos?

 

Consultor y profesor universitario

Twitter: Petaco10marina

Facebook: Petaco Diez Marina

Instagram: Petaco10marina