Héctor Zagal

Héctor Zagal

(Profesor de la Facultad de Filosofía de la Universidad Panamericana)

Como muchos ya lo saben, soy friolento, pero no uno cualquiera: soy un friolento chilango que prefiere mil veces el calor. Por supuesto, hago esta aclaración para evitar los reclamos de mis amigos del norte, pues como suelen mencionar: “Qué fácil es decir que se prefiere el calor cuando uno vive en la Ciudad de México. Ya te quiero ver a 45°”.

Tengo que confesar que, además de no sentir un calor tan extremo, también gozo de ciertos privilegios. En mi cuarto, por ejemplo, hay unas ventanas enormes que dan al patio, donde tengo un jardín. La ventilación es muy buena y mis sueños lo agradecen. También créanme cuando les digo que más de una vez mi coche me ha salvado con el aire acondicionado.  

De la ropa tampoco me puedo quejar. Afortunadamente para mí, y sobre todo para mis amigos del norte y el sur, existen prendas que son muy cómodas durante estas fechas. Una de las más frescas que he conocido, y de la que hoy quiero contarles un poco, es la guayabera.

Nadie sabe bien a bien de dónde surgió esta prenda. Su origen se debate entre tres países: Cuba, México y Filipinas. Recordemos que estos tres países antes eran de la Corona española y que no fue sino hasta 1898 cuando Filipinas, el último de los tres, se independizó.

Durante todo ese tiempo, los itinerarios de los españoles estuvieron centrados en estas colonias: solían viajar de Filipinas a España, de España a Cuba y de Cuba a México. Una ruta que no sólo las conectó culturalmente, sino que hizo florecer entre ellas el intercambio comercial.

Con este tránsito tan complejo, no cabe duda de que haya existido una confusión respecto a quién inventó la guayabera. Sobre todo si recordamos que México y Cuba poseen sus propias versiones de guayabera, mientras que Filipinas tiene la filipina, algo muy parecido también.

La teoría más aceptada sugiere que el origen de esta prenda se dio en el siglo XIX, en Cuba, cuando un campesino le pidió a su esposa que le agregara bolsillos a su camisa para guardar fruta en ellos. Como casi siempre les metía guayabas, terminó apodándosele “guayabera”.

Aquí en México, la guayabera se hizo célebre gracias a la ciudad de Mérida, en Yucatán. En 1970, se vivió un apogeo en la industria de la guayabera, debido a que Cuba empezó a producir cada vez menos. También hay que reconocer que el expresidente De la Madrid les hizo buena promoción. ¿Recuerdan qué vestía cuando conoció a la reina Isabel II? Adivinaron: una guayabera.

A mí me da mucho gusto que la industria de la guayabera se desarrolle cada vez más en Mérida. Me parece alta tecnología yucateca. No sólo son cómodas y frescas, sino que además tienen un sello característico: sus bordados decorativos. Todo un arte complejo y hermoso.

Pero eso sí: conste que yo comencé a utilizarla mucho antes de que iniciara este sexenio…

 

Sapere aude! ¡Atrévete a saber!

@hzagal

Profesor de la Facultad de Filosofía en la Universidad Panamericana