No ha presentado un solo documento oficial que lo avale, certifique o dé fe de que fue minero, y no lo ha hecho porque no lo tiene. Durante más de 20 años Napoleón Gómez Urrutia y su familia, viven una gran mentira que le abrió las puertas a manejarse entre la corrupción, las farsas y una riqueza desmedida.

Hay mentiras blancas, pero éste no ha dicho de esas, más bien son retorcidas y pensando cómo explotar a los trabajadores. Cuando Napillo llegó a la secretaría general del sindicato minero, no contaba con el requisito esencial e inamovible que exigen los estatutos: ser trabajador con antigüedad mínima de cinco años y Gómez Urrutia no lo era, su único mérito fue ser hijo del líder minero Gómez Sada.

Napillo se mueve entre mentiras, en el aspecto laboral y de su historial académico, del que, por cierto, no se cansa de mencionar y presumir y que en la práctica no le ha servido de mucho para entender los temas relacionados con la minería y con el sindicalismo.

Napillo se ostenta de tener un diplomado y estudios de doctorado en la Universidad de Oxford, en Inglaterra; también asegura tener un certificado de la Universidad de Ciencias Económicas de Berlín, aunque no dice de qué, y un reconocimiento por la Sociedad Latinoamericana de Universidades de Inglaterra, aunque tampoco específica por qué lo tiene; todo este ostentoso y, por supuesto, presuntuoso historial académico, se encuentra en su página de internet, pero nunca ha exhibido uno de estos documentos, no hay fotos, no hay números de folio, de certificados, no hay nada, lo único que hay es su dicho.

Bueno, no todo pudiera ser producto de su imaginación, hay un documento que sí tiene Napillo y es su licenciatura en Economía por parte de la UNAM, es todo lo que hay en el Registro Nacional de Profesiones, de ninguno otro tiene registro.

Quizá sea momento de que Gómez Urrutia deje descansar su tan devaluada palabra y empiece a limpiar su imagen, pero no pagando notas periodísticas tendenciosas, que muestre no sólo estos certificados que la academia, la sociedad y el sector político han puesto en duda, sino también que enseñe los documentos del IMSS e Infonavit que acreditan que fue trabajador minero.

Se la vive entre dichos, disparates, ya que no hay evidencia. Pero, ¿de qué sí hay evidencia? Por ejemplo, de que se embolsó y desapareció 55 millones de dólares propiedad de los trabajadores de Cananea, están documentados por distintos medios de comunicación, movimientos financieros para dispersar esos recursos en cuentas de sus familiares y amigos.

¿De qué más hay evidencia? De la cantidad de bienes inmuebles que poseen él y su familia; su residencia en Tepoztlán de 60 millones de pesos; de su casa en las Lomas de Chapultepec de 1 millón 300 mil dólares, y del departamento de su esposa en Canadá, de 2 millones de dólares, todos estos gastos ventilados por los medios de comunicación.

Otra evidencia de Napillo es su favoritismo, al impulsar como diputado a uno de los amigos fifís de sus hijos, en lugar de apoyar a un minero, no era una obligación escrita, pero sí moral. Napillo siempre menosprecia a los mineros y coloca en la estructura sindical a sus amigos y allegados.

Napillo debe demostrar con papeles legales lo dicho, de lo contrario la autoridad debería hacer una investigación por usurpar funciones y no me refiero a sus estudios, sino a verificar la documentación que lo acredita como trabajador y rastrear el origen de su abultada fortuna. Pasemos de los dichos a los hechos.

 

     @CarlosPavonC