Nuestro AMLO va a cerrar bocas en los próximos meses. Les apuesto que la cosa va a ser más o menos así:

A la entrada de la clínica te vas a encontrar un puesto súper bonito, de madera y acero, que lanzará a los aires de la región más transparente el aroma del café cultivado por las manos del pueblo bueno, libre de contaminación capitalista e insecticidas. Gracias, Conacyt. “No me debe nada, señor”, te va a decir el de la barra. “Agradézcale al Presidente”. Vas a llegar a una sala de espera impecable con el espresso doble en la mano, primer paliativo a la congestión que sientes en el pecho. Una enfermera se te va a acercar, sonriente, a preguntarte qué síntomas tienes. “No respiro bien”, le dirás, un poco más tranquilo porque hay todo un sistema de salud nivel Dinamarca a tu servicio. “Amanecí y vi que la almohada estaba llena de unas como flemas moradas. Muy densas. Tuve que rasparlas con un desarmador”, explicarás con pena.

La enfermera te va a pedir que esperes un momento para volver con dos enfermeros atléticos y una silla de ruedas de última generación. Recorrerás un pasillo brillante, sin una muesca en las paredes, con una sucesión de consultorios en los que se combinan las tecnologías más actuales y lo más elevado de la medicina tradicional. Aquí, un huesero alivia los males de una adulta mayor mientras observa los resultados del escaneo en una pantalla de luz orgánica; allá, un hierbero infusiona plantas diversas entre humos de copal y ventiladores Ehécatl; más lejos, una partera le sopla a la cara el humo de un cigarro a una mujer embarazada mientras una cámara que parece una nave espacial espera al que supones que será un bebé prematuro; al fondo, el mismísimo Jorge Alcocer cucharea a dos dedos en el VapoRub mientras una niña lo mira, sonriente.

Entonces, llegará el doctor. “Déjeme revisarle el iris”, te dirá mientras le pide a la enfermera que le sostenga la tablet. “Nada de qué preocuparse. Es una intoxicación leve por combustóleo”, te dirá mientras piensas, admirado, que lo de Escandinavia se queda corto: “No mames, el Presidente nos llevó a un nivel Wakanda Forever”, concluirás.

“Lo que usted necesita es homeopatía y una rehabilitación a nivel del mar”, te dirá el médico. “Vamos a enviarlo en un Black Hawk hasta el Tren Maya. Aquí le tramitaremos una licencia de dos semanas”, rematará mientras llama a un colega con acento cubano. “Antes, el compañero lo va a llevar al área de inmunización. ¿Está familiarizado con la vacuna Abdala?”.

 

    @juliopatan09