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Colectivos de madres que buscan a familiares víctimas de desaparición forzada reportaron que no sólo se enfrentan a la corrupción y negligencia de las autoridades gubernamentales en las investigaciones de sus casos, sino que además deben lidiar con la soledad en su labor, ante la indiferencia social.

Jaqueline Palmeros es madre de Monserrat Uribe, quien desapareció en julio de 2020 a los 21 años de edad, dejando a dos pequeños de 1 y 4 años en la orfandad. Aunque ya hay dos detenidos por su caso, a quienes la joven víctima consideraba amigos, el paradero de la muchacha sigue sin conocerse.

Por ello, Jaqueline tuvo que volverse una madre buscadora y ahora pertenece al colectivo Una luz en el camino en la Ciudad de México. Ella describió su experiencia como “vivir con ganas de morir y con la necesidad de vivir para encontrar a ese ser querido. Nosotros nos encontramos muertas en vida, porque yo creo que a nadie le gustaría estar en nuestros zapatos”.

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Esto, durante su participación este jueves en la Mesa de Diálogo “Ruido: Acompañando las desapariciones desde la dignidad”, organizada por la carrera de Ciencias Religiosas de la Universidad Iberoamericana.

En un país donde existen 250 colectivos que de norte a sur busca a más de 120 mil desaparecidos, Jauqeline señaló la actitud, indiferente de la sociedad, ya no se diga de las autoridades.

“No esperemos a que nos pase para ser empáticos, el compromiso de la sociedad y las autoridades debería de ser ahora. Nosotros, como colectivos, madres, padres, esposas, hermanas, buscadoras, tías necesitamos jóvenes que hoy por hoy nos quieran ayudar”, urgió.

Concuerda con ella Rosa, tía de Diego, un adolescente de 16 años que fue secuestrado en Ecatepec y que a pesar de que hay tres personas detenidas respecto a su caso, no quieren revelar el paradero de Diego.

Rosa fue tajante al opinar: “La sociedad también tiene mucho que ver en todo lo que está pasando, porque no estamos haciendo nada, si bien nos dicen que somos más los buenos, creo que de alguna manera no estamos dispuestos y el crimen organizado nos está ganando la batalla, porque ellos están organizados, ellos se cuidan las espaldas, ellos se cuidan y nosotros como sociedad no estamos volteando a ver el dolor de nuestro prójimo”.

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Por ello, la mujer invitó a la población en general a compartir las fichas de búsqueda y “si hay algunos chicos solidarios que quieran caminar junto a nosotros, pues son bienvenidos”.

No obstante, las buscadoras reconocieron que han encontrado lazos significativos entre sus compañeras de búsqueda, al ser las únicas que logran entender su situación. Frente a la omisión de las autoridades y la población civil “por eso es que las madres tenemos que movernos con nuestros recursos, tenemos que hacer una colectividad, tenemos que hacer brigadas y agarrarnos de Dios.

“Entonces yo me pongo en el papel de la compañera, porque yo sé lo que estoy sufriendo por la mía, pero de verdad, nadie sabe lo que se siente hasta que nos pasa y nadie pone atención en esto hasta que nos pasa”, sentenció Jaqueline.