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Foto: Valeria Chaparro / Ayer, donantes y voluntarios acudieron al centro de acopio de la Embajada de Turquía para dejar víveres o echar una mano  

En un goteo lento pero constante, ciudadanos capitalinos acudían ayer a la Embajada de Turquía y a su centro de acopio a donar lo que pudieran para los damnificados en ese país, donde recientemente se registró un terremoto de 7.8 de magnitud, provocando la muerte de más de 20 mil muertos.

Y es que en la Ciudad de México, los capitalinos tienen bien guardados en su memoria los letales sismos de 1985 y de 2017, con el polvo de los edificios colapsados nublando el horizonte, las casas derrumbadas y los equipos de rescate trabajando a marchas forzadas en la búsqueda de sobrevivientes.

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La fila de automóviles para llegar al centro de acopio instalado por la Embajada de Turquía en México se extendía por casi toda la calle Monte Blanco, en Lomas de Chapultepec, a donde fue reubicado el centro de acopio este jueves, luego de que los apoyos rebasaron la capacidad de la sede diplomática.

A la entrada, personal del consulado, elementos de la Policía capitalina y civiles voluntarios se pasaban, en una cadena humana, las cajas y bolsas llenas de chamarras, cobijas, alimentos y artículos de higiene personal, que no dejaban de llegar.

Dentro de la residencia, otros tantos se encargaban de etiquetar y clasificar las numerosas donaciones que tan solo a la una de la tarde ya llenaban todo el jardín.

Escritas con plumón se podían leer las palabras en turco “Islak Mendil” (toallitas húmedas) o “Ceket” (chamarras), así como otras en español marcando “leche en polvo”.

Para muchos de los voluntarios mexicanos, estas labores de clasificación no son nuevas, pues hace poco más de cinco años hacían lo mismo para los damnificados de la Ciudad de México.

Victoria Íñiguez, en compañía de varios de sus vecinos, llevó varias cargas de ropa y artículos de limpieza en su camioneta. Para ella, es muy simple la razón por la que lo hace:

“Hemos estado, siento, en la misma situación y, además, somos hermanos, pero todos, no nada más los de México, todo mundo, no es por país…. Ya lo hemos vivido en carne propia”, explicó.

Uno de sus acompañantes, Rodrigo, destacó que no solo son víveres los que se necesitan en estas situaciones: “Nos estamos informando, para saber si todavía va a continuar el acopio, para ponernos de acuerdo con los demás vecinos y venir a echarles la mano, porque también estamos viendo que se necesitan manos”.

En tanto, la señora Claudia, quien con su hija también acudió a llevar ropa y calzado de abrigo, explicó que, al haber experimentado la situación, es necesario que “en lo que podamos ayudar, aunque sea lo más mínimo, yo creo que es una forma de apoyar a toda la gente que está sufriendo”.

Asimismo, demostró su asombro ante las grandes cantidades de donaciones en tan poco tiempo: “Es una sensación muy especial, porque ver la cantidad… La otra sede, que es la Embajada, ya se saturó. Yo vine el primer día, y ahora que pasé ahorita, ya está saturada y eso da mucho gusto, que haya tanta respuesta. Ahorita que entré aquí, es impresionante la cantidad de cosas”.

Por su parte, Diana García, en compañía de sus amigos, señaló que acudir a ayudar no fue sólo una cuestión de humanidad, sino que “también, cuando México estuvo en dicha situación, siempre otros países han ayudado”.

“Es muy bonito ver que, como mexicanos, aunque no tengamos, podamos poner aunque sea un poquito de ayuda para todas las personas que están allá”, dijo.

FRASE

“Es una forma de solidaridad ante toda la tragedia que está pasando en Turquía, que de alguna forma sabemos cómo se siente, porque ya lo hemos vivido”

Claudia
Ciudadana

 

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