marcha de la lealtad
Foto: Gabriela Esquivel / Conmemorando la lealtad que hace 110 años los cadetes del Colegio Militar tuvieron para con Madero, ayer AMLO desfiló junto con sus soldados  

Es 9 de febrero y las calles del Centro de la Ciudad de México se encuentran cerradas y tomadas por diversas unidades militares, pues se conmemora el 110 aniversario de la Marcha de la Lealtad y el presidente López Obrador ha de desfilar junto con sus soldados.

El titular del Poder Ejecutivo llega a la Avenida Juárez rodeado de militares de alto rango, la gente a la que le ha confiado no solo tareas de seguridad en el país, sino también obras como el Tren Maya y el Aeropuerto Felipe Ángeles, así como el reparto de vacunas, entre otros.

Cordiales, aparecen los representantes de los otros Poderes de la Unión, los líderes de la Cámara de Diputados y del Senado de la República (el Poder Legislativo)… Y la ministra presidenta de la Suprema Corte, Norma Piña, la representante del Poder Judicial.

Con aplomo y una sonrisa, López Obrador y Piña se dan la mano, a pesar de que el Presidente, un día sí y otro también, aprovecha su conferencia Mañanera para hablar con dureza, chanzas y condescendencia de la Corte, sus ministros y quien la encabeza.

Por ejemplo, apenas un día antes, el mandatario aseguró que la ministra Norma Piña es presidenta de la Corte “gracias a él” porque, dijo, antes los presidentes ponían a quien querían.

Una vez cubiertas las formalidades, el Presidente sube a un vehículo humvee junto con sus más fieles soldados: el el secretario de la Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval, y de la Marina Armada, Rafael Ojeda.

Detrás, en otro vehículo similar, la ministra Norma Piña, el panista Santiago Creel, presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, y el morenista Alejandro Armenta, el del Senado de la República… Y la esposa del Presidente, Beatriz Gutiérrez Müller.

La comitiva, que conmemora cuando el presidente Francisco I. Madero fue escoltado por cadetes del Colegio Militar pocos días antes de su muerte, transita ante un público de unas pocas centenares de personas, la mayoría testigos fortuitos de este evento anual.

De pronto, una sonrisa se vislumbra en el rostro del mandatario, arrancada por una muchacha que, al grito de “¡Hola, Presidente!”, agitaba su mano, saludo correspondido cortésmente por el mandatario.

Finalmente, la comitiva llega a la plancha del Zócalo, cubierta de colores verde, azul y blanco en perfecta formación, debido a los uniformes de soldados, cadetes y enfermeras, evocando a otros desfiles más populares, como el de la Independencia (en septiembre) o de la Revolución (en noviembre).

Pero este es especial porque en él participa directamente el comandante supremo de las Fuerzas Armadas, el presidente Andrés Manuel López Obrador, que al final, entre tanto verde, azul y blanco está rodeado de su pueblo, el “pueblo uniformado”.

Y también se rodea de sus corcholatas favoritas, sus posibles sucesores en ese proyecto que ha dado por llamar la Cuarta Transformación: Adán Augusto López, secretario de Gobernación; Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno capitalina, y el canciller Marcelo Ebrard.

21 salvas son disparadas por los artilleros en honor al mandatario, quien realizó el pase de lista en honor a los héroes de 1847, en la guerra contra Estados Unidos, y de 1914, cuando los estadounidenses tomaron Veracruz en plena Revolución Mexicana.

“Las mujeres y hombres que integran el Ejército, la Armada, Fuerza Aérea y Guardia Nacional, refrendamos el supremo valor de lealtad que demostraron los cadetes de 1913”, dice en su discurso el general Sandoval.
Es el día de la Marcha de la Lealtad, de la lealtad al Presidente.

 

 

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