Mario Vargas Llosa
Foto: AFP / Vargas Llosa se sintió de joven seducido por Fidel Castro, pero en 1971 rompió con la revolución cubana por el caso del poeta Heberto Padilla  

El nobel de literatura Mario Vargas Llosa, que el jueves se convertirá en el primer escritor en ingresar en la Academia Francesa sin haber escrito nunca en francés, es el último y más prolífico representante de la generación de oro de la literatura latinoamericana.

Escritor universal a partir de la compleja realidad peruana, formó parte del llamado “boom” latinoamericano junto a otros grandes como el colombiano Gabriel García Márquez, el argentino Julio Cortázar o los mexicanos Carlos Fuentes y Juan Rulfo.

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Su descripción de las realidades sociales en obras como La ciudad y los perros o La fiesta del chivo le han valido una admiración universal, al punto de ser admitido en la institución francesa creada por el cardenal Richelieu en el siglo XVII.

Pero sus posiciones económicamente liberales han suscitado hostilidad en medios intelectuales que tienden generalmente a la izquierda.

“Los latinoamericanos somos soñadores por naturaleza y tenemos problemas para diferenciar el mundo real y la ficción. Es por eso que tenemos tan buenos músicos, poetas, pintores y escritores, y también gobernantes tan horribles y mediocres”, dijo poco antes de recibir el Nobel en 2010.

Tras sus estudios en la Academia Militar de Lima obtuvo una licenciatura en Letras y dio muy joven sus primeros pasos en el periodismo.

Su carrera literaria despuntó en 1959 con Los jefes, un libro de relatos con el que obtuvo el Premio Leopoldo Alas, a la que le siguieron La casa verde, y se consolidó con Conversación en la Catedral (1969).

Con su obra traducida a 30 lenguas, Vargas Llosa ha sido galardonado con los premios Cervantes, Príncipe de Asturias de las Letras, Biblioteca Breve, el de la Crítica Española, el Premio Nacional de Novela del Perú y el Rómulo Gallegos.

Vargas Llosa se sintió de joven seducido por Fidel Castro, pero en 1971 rompió con la revolución cubana por el caso del poeta Heberto Padilla, obligado por el régimen a una humillante “autocrítica” pública.

Fue candidato a la presidencia de Perú en 1990. Era favorito hasta que apareció el entonces desconocido agrónomo Alberto Fujimori, quien resultó electo. Tras su fracaso electoral volvió a las letras, de donde -según manifestó- nunca debió salir.

Pero no se mantiene ajeno a los avatares de la política mundial, arremetiendo en los últimos años contra el populismo, “la enfermedad de la democracia”, donde incluye al chavismo y el castrismo, a la ultraderecha y a la izquierda radical europea y el nacionalismo independentista catalán.

Tuvo una estrecha amistad con Gabriel García Márquez, que terminó abruptamente en un incidente confuso que ambos han preferido no tocar. “Que los biógrafos se encarguen de ese tema”, dijo alguna vez Vargas Llosa.

LEG