Así es como se ve una cuesta de enero verdaderamente empinada y complicada. Con la inflación más alta de los últimos 22 años y con información que nos adelanta que la economía se está desacelerando desde finales del año pasado.

Es verdad que la peor fotografía inflacionaria de una primera quincena de enero la vimos en 2017 con aquel manejo torpe de la liberalización de los precios de las gasolinas. En esos primeros quince días de ese enero los precios se elevaron 1.51% en su medición general y 12.66% en el subíndice de energía.

La inflación general ese año llegó hasta 6%. Tras la impericia política para manejar esa liberación de precios hubo mucha habilidad monetaria para limitar los efectos para el resto de la economía.

Donde tuvo efectos más devastadores fue en el terreno político, porque los grupos radicales se encargaron de fijar en la mente de los electores aquello del gasolinazo. Incluso hasta se propiciaron manifestaciones violentas, todo para ganar simpatías que sí cosecharon un año después.

Bien, pues esos grupos hoy en el poder tienen que vivir con la realidad de que la inflación en México es la más alta desde el año 2001. Y con algo más dañino, durante prácticamente dos años el disparo en los precios se ha dado en los precios de los alimentos.

Y, claro, sin dejar de lado que las gasolinas llevan ya tiempo en los niveles más altos de precio de su historia.

La peor parte del dato del Índice Nacional de Precios al Consumidor de la primera quincena de este mes de enero y su registro de 7.94% anual es que confirma que todavía la economía mexicana está lejos de encontrar el punto de inflexión para la estabilidad de precios, a diferencia de lo que parece que ya sucede en Estados Unidos.

Hay un dato más preocupante y es el índice de la inflación subyacente. Este indicador elimina en su medición los precios volátiles que se afectan por las temporadas o situaciones extraordinarias, como las frutas y verduras o los combustibles, por ejemplo.

Esa inflación que está en el corazón de los precios subió la quincena pasada a 8.45%, lo que muestra, entre otras cosas, que el sentimiento de alza en los precios está presente en la economía y por lo tanto hay que hacer mucho más para cambiar esa tendencia.

Como para redondear ese escenario de una subida difícil en este arranque de año el Inegi reportó el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) de noviembre pasado con una contracción del -0.5% en su comparación mensual.

Lo peor fue que el sector terciario, donde está el comercio, tuvo una caída de -0.9% en pleno mes del Buen Fin.

Son datos atrasados en comparación con la medición de los precios, pero adelantan que si esa era la tendencia durante la época del año de mayor actividad económica, como lo suele ser el fin de año, ni qué esperar de esta complicada cuesta de enero cuando estamos en pleno tronadero de dedos para pagar los impuestos y las cuentas pendientes de las fiestas de diciembre.

 

     @campossuarez