artesanías
Foto: Valeria Chaparro / En un corredor de Coyoacán, María de los Ángeles, Josué y el señor Maximiliano ofrecen sus artesanías que van desde pajareras, alcancías y maquetas, hasta prendas de lana  

Ya sea con guaje, cartón o lana, artesanos en Coyoacán compartieron la satisfacción que les brinda transformar y crear objetos, pero sobre todo relataron cómo su oficio es una manera de hacerlos sentir útiles y felices.

Rodeada por alcancías, lámparas y pajareras talladas en bule, conocido como guaje, María de Los Ángeles, de 54 años, contó a 24HORAS el camino que la llevó a dedicarse a las artesanías.

“Yo era cuidadora de adultos mayores (…) pero me he encontrado con la situación de que eso afectó mi salud, porque un adulto mayor que requiere tu asistencia es una persona que está postrada”, narró.

Aunque nunca ejerció su carrera como diseñadora gráfica, esto le facilitó el aprender a cortar, tallar y pintar los guajes, orientada además con vídeos en internet.

“Esto es muy relajante, es muy entretenido, es terapéutico, total y absolutamente. Cuando tú ves que cambiaste, que modificaste esto, dices guau, yo digo: qué cosas tan bonitas hago”, señaló.

Por su parte, el señor Josué, de 84 años, tras haber estado empleado gran parte de su vida en una empresa que desarrolla y comercializa softwares y hardwares, retomó hace cinco años su pasión por realizar maquetas a escala, las cuales vende en su pequeño puesto en Coyoacán.

“A la edad de 12 años empecé a trabajar en un taller de maquetas en la colonia Portales y trabajé junto con otros compañeros en la elaboración de más de 500 maquetas”, detalló.

Entre sus proyectos se encuentra la maqueta que precedió la construcción del Estadio Azteca, la Alberca Olímpica, los aeropuertos de la capital y famosos hoteles.

Frente a su puesto, el octogenario señor Maximiliano Morales exhibe los gorros, guantes, bolsas y calentadores de lana que desde los 13 años teje para subsistir.

Desde Toluca, cargando dos pesadas maletas con su mercancía, llega a Coyoacán tras tres horas de viaje.
“Aquí llega un cliente que agarra dos o tres pares, aquí como es la gente creo que sí valora el trabajo, no regatean lo que yo les pido”, concluyó.

 

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