Qatar
Foto: AFP / Entre 2014 y 2020, 414 personas murieron en accidentes laborables en Catar, según la organización  

Hasta los últimos instantes, la organización del Mundial-2022 de Qatar estuvo acompañada de polémicas sobre los derechos humanos y dudas sobre las restricciones impuestas a los aficionados, pero el torneo se ha desarrollado sin grandes incidentes organizativos.

Muertes

Después de una declaración ambigua de uno de sus responsables, que habló de “400 a 500” fallecidos en un programa de la televisión británica, los organizadores se vieron forzados a dar una cifra de fallecidos entre los trabajadores migrantes, uno de los puntos más sensibles.

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Entre 2014 y 2020, 414 personas murieron en accidentes laborables en Catar, según la organización. En lo referente a trabajadores relacionados con la organización del evento, anunciaron tres fallecimientos y otros 37 no ligados al trabajo. El director general de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), preguntado por la AFP, valora que “no hay información fiable” sobre este asunto. Durante el Mundial, un agente de seguridad fue víctima de una caída mortal en el estadio Lusail y un filipino murió en un accidente de trabajo del campo base de Arabia Saudita. Tres periodistas que cubrían el Mundial fallecieron también.

Derechos LGBT+

En un país en el que las relaciones sexuales fuera del matrimonio y la homosexualidad son ilegales y donde el consumo de alcohol está estrictamente regulado, los hinchas se preocupaban por las condiciones en el lugar.

Un periodista estadounidense -fallecido luego durante el torneo, sin que la muerte sea sospechosa según su esposa- y diversos aficionados vieron cómo se les impedía el acceso a los estadios con prendas de ropa o accesorios con los colores arcoíris, pero responsables políticos europeos sí que pudieron lucirlos en los estadios.

Ocho federaciones europeas, por contra, terminaron renunciando a llevar un brazalete multicolor “One Love”. Algunos aludieron a amenazas de sanciones deportivas de parte de la FIFA, considerando que se atacaba su libertad de expresión.

Un italiano que lucía una bandera multicolor PACE saltó al césped durante el partido de la fase de grupos entre Portugal y Uruguay.

Diversos incidentes entre hinchas iraníes pro y anti régimen fueron por otra parte señalados después del partido de grupos entre Irán y Estados Unidos.

 Visitantes

Catar esperaba a un millón de visitantes a lo largo de las cuatro semanas de competición, que termina el domingo. 765.859 personas entraron en el emirato durante las dos primeras semanas y la clasificación de Marruecos y Argentina hasta semifinales y final respectivamente, ha atraído todavía a otras decenas de miles de personas.

Si bien en un inicio la entrada en el país estaba supeditada a la posesión de una entrada para un partido, las condiciones se han ido relajando progresivamente. Las cifras definitivas no fueron comunicadas públicamente.

Alojamiento

La disponibilidad y las tarifas de los alojamientos en un pequeño país de menos de 12.000 km² y de 3 millones de habitantes generaba dudas entre los aficionados. Los que optaron por los apartamentos menos caros (alrededor de 80 dólares la noche por una habitación de dos personas) se declararon en su mayoría satisfechos pero un ‘pueblo’ de estrechas tiendas en plástico blanco (a 200 dólares la noche) fue objeto de críticas en el inicio del torneo.

Alcohol

A dos días del arranque del torneo, la organización dio marcha atrás sobre la venta de cervezas alrededor de los estadios antes y después de los partidos. El grupo AB InBev, propietario de la marca Budweiser, tomó nota de una decisión “fuera de (su) control” y se conformó con la venta de cervezas sin alcohol en los estadios y con patrocinar el trofeo de hombre del partido. Ese giro de opinión hizo reaccionar de forma virulenta a asociaciones de aficionados, por ejemplo la FSA inglesa que denunció “la ausencia total de comunicación y transparencia del comité de organización”.

Transporte

Los riesgos de “congestión” en los dos aeropuertos (uno ampliado y el otro reabierto para el Mundial), en un flamante metro nuevo (cuya construcción costó 36 millones de dólares) y sobre las carreteras inquietaban a algunos observadores pero no perturbó el torneo. El mayor fallo en este sentido se produjo tras la puesta en marcha de un puente aéreo con Marruecos previo a la semifinal contra Francia, para facilitar la llegada de aficionados y que terminó con la cancelación de vuelos después de que aficionados llegaran a Catar sin visado ni entrada para el partido.

LEG