Nadie deja su casa por placer. Se van con lo puesto. Sus almas ya están degradadas. Sus cuerpos desgastados. Son los inmigrantes a la fuerza. Muchos salen de Liberia, Nigeria o Burkina Faso, Guinea Conakry. Se trata de países depauperados. Los que salen, no tienen nada que perder porque ya han perdido todo salvo la vida. Muchos de sus familiares han muerto en esas guerras tribales que no tenían nada que ver con los asesinados inocentes.

Les falta perder la vida. Por eso, por esa fuerza de la inercia, por ese instinto de supervivencia comienzan a caminar a ninguna parte. Añaden kilómetros y kilómetros. Cada paso es un canto a la vida. Un metro más para poder sobrevivir.

Después de semanas, de meses, dejándose los pies en el asfalto o en la arena llegan al inconmensurable desierto del Sahara y entonces comienzan la segunda parte de esa peregrinación. Y cuando menos se lo esperan aparecen los tuaregs o los miembros tribales que escoltan el desierto. Les roban y en muchos casos los ajustician. Los que tienen más suerte son esclavizados. A muchos de ellos los vejan. Después de todo esto, algunos tienen suerte y escapan y continúan caminando por ese inmenso desierto.

Y en ese avance algunos han oído hablar de España y de Europa. Saben que allí está su “salvación”, lo que no saben es que hay un muro en forma de valla que separa Marruecos de España, África de Europa. Es una valla de casi cinco metros qué termina en largas concertinas. Son cuchillas que ajironan la piel y desgarran la carne.

Después está la guardia civil, si les arrestan les deportarán a sus países respectivos y entonces tendrían que volver a empezar de nuevo en un eterno retorno del que no habría salida. Pero se atreven y saltan porque una valla no les detiene. Europa, España, ese mundo desarrollado del que tanto nos jactamos, dicen que no pueden absorber a tantos inmigrantes.

Vienen de todos lados, de África, de Oriente Medio, del lejano Oriente o de América Latina. Si absorben a todos el sistema colapsaría o, al menos, eso es lo que dicen. Sin embargo, para eso están los sacrificios, porque ¿realmente no se puede o no se quiere? ¿Existe voluntad?

 

  @pelaez_alberto