Dicen que siempre se puede un poquito más, también aplica a la política y no supimos si fue burla o broma pero sucedió: Napillo se destapó como presidenciable.

La noticia de que un grupo de trabajadores destapaba a Napoleón Gómez Urrutia como posible candidato, desató por igual risas que indignación, la esfera política dice que es una cortina de humo para que se hable de Napillo como político y no como el que robó 55 millones de dólares a los mineros de Cananea.

Otros aseguran que es para ser la competencia de candidatos como Gerardo Fernández Noroña o Juanito, pero los allegados del impostor de minero dicen que el destape se dio porque Napillo lo pidió, cree que puede llegar a suceder a López Obrador.

Gómez Urrutia se traga sus mentiras, lleva años diciendo que tiene 500 secciones mineras cuando en realidad todos sabemos que sus agremiados no alcanzan ni 10% del total de los trabajadores de la industria, también se imagina que la central obrera que abrió tiene millones de agremiados, lo cual es mentira.

Napillo vive confundido, lo que ha sumado son millones de dólares a sus cuentas y no de afiliados. Pero no perdamos el foco de lo que importa, las fantasías del millonario senador de Morena no dejarán de existir en su cabeza y en algunos medios que se sirven de lo que él se embolsa de los mineros.

Lo que debe ocuparnos es lo mal que está la política para que un perseguido por la Interpol por robar 55 millones de dólares, algo así como mil millones de pesos, no solo se sienta, sino que pueda ser presidenciable. ¿Qué tan guanga es la justicia que frente a 130 millones de mexicanos sin la menor pena se puedan dar estas aspiraciones?

¿Qué lectura nos deja el cinismo desbordado de Napillo? Que en México las leyes están pintadas o bien que se aplican para los que no son amigos del sistema o para los que no tienen recursos para acallar conciencias.

Napito engañó a más de 11 mil trabajadores mineros, les arrebató el dinero de su jubilación, se dedica a iniciar paros injustificados y convertirlos en huelgas eternas, con el fin de levantar los movimientos a cambio de millones de dólares, dejó en el desamparo a las familias de los compañeros muertos en Pasta de Conchos, ha permitido por años que los mineros ingresen a las minas sin las mínimas condiciones de seguridad a cambio de arreglos económicos en lo oscurito, esos son sus logros, sus méritos, ahí sus triunfos laborales y sociales.

En cuatro ocasiones la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje le ha ordenado que regrese los 55 millones de dólares y este se ha negado, ahí está la justicia social que practica, la libertad sindical que ejerce y la democracia que profesa.

Pero la burla es aún más grande, este farsante ni siquiera es mexicano, es canadiense y le rindió pleitesía a la reina del Commonwealth por conveniencia, ni lealtad le guardó a nuestra bandera, que podemos esperar que haga de nuestro país.

Calló que era canadiense y engañó al Gobierno. Haciéndose la víctima logró la senaduría que hoy lo mantiene fuera de la cárcel gracias al fuero, se ha burlado como ha querido de los mexicanos y trama una mofa más.

El destape de Napillo causa risa, no lo niego, a mí también me arrancó carcajadas, pero me preocupa que esto suceda y no porque este impostor llegue a cumplir sus fantasías, sino porque los mexicanos no merecemos a este tipo de personajes, ni siquiera deberíamos pagarle como legislador, lo que merecemos es que el Gobierno deje de protegerlo y de solaparle sus atracos.