José Ureña
 

La sospecha está sobre tres militares.

De buen rango, es de suponerse, porque ellos estaban a cargo de los archivos más delicados de la Defensa Nacional.

Con todo cuanto eso signifique: claves de ingreso, datos de proveedores de información y secretos para descifrar todo el contenido.

Pero aparte de la presunción no se sabe más.

Ni siquiera sigue adelante la investigación para saber cuál de ellos -o los tres, lo cual los convertiría en delincuencia organizada- entregó los secretos militares a agencias extranjeras.

¿La CIA, desde donde se habría tramado el golpe al Gobierno mexicano?

Por ahí va la historia, pero el problema no es lo difundido a través de varios medios -24-HORAS entre ellos- nacionales y extranjeros.

Del hackeo se burló López Obrador:

“Quisieran que les ayudáramos a hacer el caldo gordo tratando el tema, que fue un rotundo fracaso. Salió puque -disgusto pasajero-… Si van a hacer escándalo, que tenga sustento…” (19 de octubre).

UNA MILICIA SIN PROTECCIÓN

Pero falta mucho.

Porque el contenido robado no llena únicamente seis terabytes, como se dijo en un principio, sino al menos cuatro más: diez terabytes.

Apenas sabemos una parte de los seis prometidos -menos de dos-, pero en los ocho resguardados Guacamaya Leaks promete hacer revelaciones de mayor trascendencia, más sensibles para el país y su seguridad.

Una seguridad descuidada por no cubrir compra de equipos y programas de protección cibernética, so pretexto de una austeridad mal entendida.

No bien valorada porque ahora la tropa se siente desprotegida en muchas vías: sobre cuanto hace, contratos de obras, acciones de inteligencia, organización interna, operativos delicados…

¿Se imagina usted esta información en manos del crimen organizado y mandos castrenses con operativos delatados con información interna del Ejército Mexicano?

Muchos de ellos se sienten en el desamparo y ese desánimo no es la mejor forma de incentivarlos para atender tantas tareas asignadas por el Gobierno.

Por eso en los altos mandos recuerdan con cariño y respeto a Felipe Calderón, quien les incrementó haberes, protección, seguros, vivienda y becas para sus hijos en las mejores universidades.

ÚLTIMA ERA MASIVA DEL PRI

Ayer terminó otra etapa priista.

Antes de partir, el oaxaqueño Alejandro Murat hizo una gira para entregar obra pública en la región de la Costa, el Centro de Congresos de Huatulco y el Cuartel General de la Policía Estatal.

Dos acciones con un objetivo convergente: espacio para eventos de significación con turismo masivo, y más seguridad a la población y a los visitantes.

Con Murat se va la última generación masiva de gobernadores priistas, la heredada por Manlio Fabio Beltrones a su paso por el PRI.

Y 2.- Cuando puso en servicio Banco Azteca, Ricardo Salinas Pliego prometió un servicio para la población marginada por las instituciones financieras tradicionales.

Veinte años después, Grupo Salinas ha roto esquemas y atiende un directorio compuesto por millones de mujeres.

Esa cifra pretende multiplicarla con apoyo del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA, por su acrónimo en inglés), según acuerdo firmado por Fundación Azteca de Ninfa Salinas.

LEG

Las opiniones expresadas por los columnistas son independientes y no reflejan necesariamente el punto de vista de 24 HORAS.