El Atlantic Council ha propuesto dentro de sus objetivos centrales explorar la relación entre la libertad y la prosperidad tanto en naciones desarrolladas como emergentes. En este sentido, pone de relieve un par de incógnitas definitorias de nuestros tiempos, ¿los países necesitan libertad para alcanzar la prosperidad? ¿Las democracias o las autocracias plantean mejores respuestas para las aspiraciones de la gente? Para ello, construyó dos índices que miden la libertad y la prosperidad de 174 naciones del mundo bajo una óptica integral.

El primero se enfoca en la libertad económica, política y legal, empleando los datos más recientes. Así pues, un país libre es aquél que cuenta con un sistema económico que salvaguarda los derechos de todos los actores económicos, así como un sistema político que protege los derechos de la ciudadanía y respeta el Estado de derecho. El segundo recae en el bienestar económico y la prosperidad humana —esto es, niveles de ingreso, esperanza de vida, felicidad de los ciudadanos promedio, bienestar de los grupos minoritarios y los estándares medioambientales—.

Dichas variables no están distribuidas uniformemente alrededor del orbe. Las sociedades europeas ocupan los puestos principales en ambos índices, fundamentalmente los países nórdicos (Finlandia, Dinamarca, Noruega, Islandia y Suecia); en tanto, Afganistán, Venezuela, Yemen, Cuba, Eritrea, Siria, entre otros, se encuentran en las últimas posiciones. México ocupa el lugar 82 y 53, respectivamente, con puntuaciones que lo colocan como un país mayormente libre y próspero.

Los resultados apuntan que la libertad y la prosperidad están altamente correlacionadas; por otro lado, las autocracias represivas generalmente no abonan a la prosperidad y el bienestar de su gente. Así pues, las naciones más libres tienden a ser más prósperas; por lo cual, las mejoras en libertad económica, política y legal, conducirán a una prosperidad duradera. Todos los países calificados como prósperos también clasificaron como libres —excepto Singapur e Israel—. Es preciso mencionar que China y Rusia están situados en un rango más bajo en el índice de prosperidad en relación con los territorios libres.

En la medida en que se elimine gradualmente la promoción de la democracia en todas las latitudes, la oleada autoritaria ocupará rápidamente espacios de poder. Si no se despliegan acciones en contra de estas prácticas, dichos regímenes continuarán operando desde la impunidad, torturando, intimidando, denostando y violando sistemáticamente los derechos humanos. Sin duda, este panorama exige la articulación y conjugación de esfuerzos compartidos: gobiernos, organismos internacionales, sector privado, grupos de interés y sociedad civil organizada, estamos llamados a velar por la libertad y prosperidad de nuestras naciones.

¿O será otra de las cosas que no hacemos?

Consultor y profesor universitario

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