¿A poco no nos ha dado envidia?

Un influencer visitó uno de los restaurantes más cotizados de la ciudad, o, si tiene poder adquisitivo, en el extranjero. La persona en cuestión presume su experiencia como si fuera transformadora. Acto seguido, si tenemos con qué, hacemos hasta lo impensable por poder disfrutar de esa comida, ambiente y demás percepciones.

O nuestrxs amix van a comer a un restorán, suben sus stories y ahí tienen a la demás gente: sin pensarlo ya quieren reservar una mesa.

Con esa premisa en mente, el director Mark Mylod realiza El Menú, una comedia de horror protagonizada por Anya Taylor-Joy y Ralph Fiennes, la cual trata sobre ciertxs comensales que van a una isla exclusiva para una aventura gastronómica tan única como para poner sus vidas en peligro.

Lo curioso de esta cinta puede ser lo real que suena: en la época contemporánea, mucha gente estaría dispuesta a gastar más allá de su bolsillo con tal de pertenecer a un círculo social o sentirse como parte de la realeza, aunque sea por solo unas cuantas horas. Porque no nada más se trata de ir: es pedir lo más caro, lo más popular, o ambas instancias, con el fin de presumir.

Tal concepción se traslada a los viajes o a cualquier tipo de vivencia lujosa. Cuando en las redes ya podemos sentirnos como cualquiera, estos momentos fabricados nos “suben de nivel” frente a nuestra audiencia.

También es una representación del cine actual, donde se le está dando más espacios a historias más allá de la heteronormatividad masculina y blanca. Si ahora es una época para contar relatos con otro tipo de protagonistas y hacer la cartelera más diversa, ¿qué lugar de relevancia queda para quienes siempre estuvieron en el reflector?

Aparentemente, la sátira. Ahora está de moda burlarse de la élite. No por nada El Triángulo de la Tristeza, una cinta enfocada en la burla de la clase alta hasta caer en situaciones totalmente inverosímiles, ganó la Palma de Oro en Cannes. O series como The White Lotus, relatando las experiencias de gente blanca con mucho dinero pero poco corazón o empatía, tuvieron tanto éxito.

En este caso, el sector restaurantero, otro acostumbradx a recibir personas elitistas, recibe su crítica social. Es un movimiento acertado, porque, después de todo, y pena da, muchas de las bromas de estos productos mediáticos están basadas en hechos reales.

Si no, volteen a ver sus redes, donde salen #Lords y #Ladys a cada rato.

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