La carrera por el poder en Brasil se resolvió en una segunda vuelta el pasado domingo 30 de octubre. Con la totalidad de los votos escrutados, el Tribunal Superior Electoral de Brasil determinó como ganador de las elecciones presidenciales a Luiz Inácio Lula da Silva con 50.90% de los sufragios, derrotando a Jair Bolsonaro, quien obtuvo 49.10%.

Es preciso subrayar que la popularidad de Bolsonario venía en declive desde que asumió el cargo en 2019; por lo cual, las encuestas lo colocaban por detrás de su contrincante. Adicionalmente, la Comisión Parlamentaria de Investigación del Senado brasileño lo señaló por la presunta comisión de crímenes de lesa humanidad, violaciones de derechos sociales, uso irregular de fondos públicos, prevaricación, entre otros señalamientos. ¿Sus acciones serán judicializables?

Lula gobernó el país a lo largo de dos períodos: de 2003 a 2006 y de 2007 a 2010. Sin embargo, fue encarcelado de 2018 a 2019 como consecuencia del escándalo de Odebrecht, luego del impeachment a Dilma Rousseff, en 2016. En esta ocasión, emprenderá un tercer mandato histórico.

Políticos y líderes sociales alrededor del mundo reaccionaron a su victoria, en lo que se antoja como una nueva era para Brasil. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden; su homólogo de Francia, Emmanuel Macron, y varios mandatarios latinoamericanos externaron sus felicitaciones y amplio reconocimiento.

Tras lo acontecido hace un par de días, habrá equilibrios en Brasil; el Congreso Nacional y los estados generarán contrapesos. Todo apunta que, contrario a Jair Bolsonaro, Lula no implementará un programa político que erosione y menoscabe a las instituciones. Además, en el espectro político, Lula es relacionado con un perfil de izquierda, mientras que Bolsonaro es un populista de derecha —algunos lo califican de fascista—.

El entorno complejo por el cual atraviesa Latinoamérica se ha vuelto un asunto de especial preocupación. La izquierda ha ganado mayor terreno con el paso de los últimos años. El triunfo de personajes como Gabriel Boric, Alberto Fernández, Daniel Ortega, Gustavo Petro y, ahora, Lula, habla de una integración regional enfocada a la izquierda.

En un contexto de agitación e incertidumbre, Brasil deberá velar por su buen nombre y por el bienestar de su población. Se trata de una nación megadiversa, con grandes retos y oportunidades. Habrá que estar atentos al papel de Brasil, así como al rol que jugará en el entorno internacional actual con Rusia, Irán y Ucrania en el marco de la crisis energética.

Con una nación fragmentada y polarizada, Lula deberá hacer de Brasil, como parte de su legado, un referente por su interlocución con otros actores relevantes y su influencia en la región y en el orbe.

¿O será otra de las cosas que no hacemos?

 

Consultor y profesor universitario

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