Hay que saber reconocer las virtudes de cualquiera, y cualquiera incluye, claro, a la persona a la que más criticas.

Veamos. Un secretario de Gobernación que cuando era gobernador, dicen las filtraciones guacamayescas, le entregó la seguridad del estado al narco. Dos de tus hermanos agarrados con las manos en la masa, video de por medio. Un ejército, ese al que le regalaste el país, que vende armas al crimen organizado. Otros dos gobernadores cuatroteístas de todos tus quereres, según las mismas filtraciones, íntimamente vinculados con los mafiosos. Una candidata al Edomex y antigua secretaria de Educación, tu consen, declarada culpable de extorsionar a la burocracia para mantener tu movimiento.

Un libro muy leído que narra cómo has vivido del cash, muy cómodamente, durante años, lo que significa: a expensas, en el mejor de los casos, de contribuyentes que no pudieron decidir si tenían ganas de pagarte el súper y de subordinados obligados a desembolsar porque “coopelas o cuello”, es decir, porque cooperas o te quedas fuera de la nómina. Segalmex, un robo sin precedentes. El saqueo al Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado, o sea, un atraco de tremenda carga simbólica. Los abusos del hijo del licenciado Bartlett.

El culiacanazo. Los millones de vacunas echadas a perder y los 750 mil muertos por Covid. El dinero tirado a la basura con los ventiladores del Conacyt. Las mentiras que dijiste sobre tu salud. Los cuatro nuevos millones de pobres y los 15 millones que dejaron de tener acceso a la salud durante tu sexenio. Los niños sin quimio.

Tu espaldarazo a Abarca. El espectáculo grotesco de las elecciones internas de Morena. El endeudamiento récord. Ventilar las supuestas riquezas de Carlos Loret, una ilegalidad, o ver cómo filtra audios y guats la Sansores, otra ilegalidad, sin inmutarte. Las inundaciones de Dos Bocas. El “Felipe Ángeles”, un elefante blanco con mamuts, sin aviones y con contratos multimillonarios más que opacos. Los árboles talados a lo güey por el Tren Maya, otro elefante blanco.

Un sexenio de escándalos”, dirán los optimistas. Bueno, disiento. Nada, en la lista de arriba, ha sido un escándalo, y nada lo será. Todo merece serlo, claro. Pero esa es la virtud a la que me refiero: el Presidente sabe que, de su mano, este sexenio ha elevado la impunidad a la categoría de las bellas artes. Es su verdadero legado. ¿No pasará a la izquierda como el gran transformador de la patria, el súper prócer? Puede que no. Pero lo bailado quién se lo quita.

 

    @juliopatan09