Si el Presidente de México no fue informado del espionaje a periodistas por parte del Ejército, es una situación grave, pues la institución a la que ha dado todo su respaldo no le compartió una decisión que contradecía sus propios compromisos y promesas…

Y si lo trató de ocultar también es grave, pues el análisis forense de Citizen Lab, de la Universidad de Toronto, junto con información de los documentos hackeados por Guacamaya, muestran la posibilidad de la infección con Pegasus a periodistas mexicanos.

Más cuando la Sedena cobra cada vez más fuerza en este Gobierno, en el que participan exintegrantes de movimientos que alguna vez salieron a las calles a exigir justicia por los abusos militares.

Por ejemplo, aquellos integrantes del Consejo Estudiantil Universitario o, más recientemente, del CGH de la UNAM, que alguna vez se expresaron contra los abusos de 1968 y de 1971 y ante miles de estudiantes lanzaron consignas, hoy, con cargos en el Gobierno o como legisladores, callan o se alinean ante su líder a pesar de su visible contradicción… Una prueba más de que algunos líderes de esos movimientos tomaban esos estandartes más por oportunismo que por convicción. En ese tiempo les generaba simpatías de sectores radicales o afectados por acciones militares, hoy retomar esas demandas pondría en juego su cargo, o hueso, como le llamaban.

Ayer, en su conferencia mañanera, el presidente Andrés Manuel López Obrador lanzó un reto, a pregunta de la periodista Nayeli Roldán: presenten las pruebas del espionaje, si las tienen, y es muy sencillo, entonces dicen “el Presidente miente… pero no voy a mentir”. Después, desarmado por la periodista de Animal Político, hizo malabares: “es que espían de afuera”.

La pruebas están en la Fiscalía General de la República y el compromiso presidencial de respetar la autonomía de la FGR también.

La denuncia del espionaje se da precisamente en un momento en que las responsabilidades del Ejército son cada vez más amplias, pero también aparecen cada vez más dudas sobre la posible participación de militares en casos como el de Ayotzinapa, o el de Tlatlaya, recientemente… En el pleno del Senado de la República la legisladora por Nuevo León, Indira Kempis recordó los asesinatos de estudiantes del Tec de Monterrey, a los que además se les sembraron armas.

La presencia militar en la vida pública, más allá de los cuarteles es cada vez mayor: ahora no solo están en tierra, sino seguramente también en el aire, en el turismo y en el transporte.

 

#LoboSapiensSapiens

Por si las dudas

En un Estado donde el Ejército es todopoderoso, el general secretario, Luis Cresencio Sandoval, y su impulsor, Audomaro Martínez Zapata, lo son más; tanto que en la oposición hay quienes piden que se confirme fehacientemente la muerte de Jesús Hernández Alcocer, presunto asesino de su esposa Yrma Lydya… y quien por cierto es amigo íntimo del director del Centro Nacional de Inteligencia, con quien, nos dicen, celebró su cumpleaños el año pasado en Jardines del Pedregal… Aunque no lo crea.

 

@chimalhuacano