Cada 2 de octubre, integrantes de la organización Servidos del Comité 68 marchan año con año para conmemorar y evitar que la población olvide lo sucedido en torno al movimiento estudiantil de 1968. Sin embargo, no es la única actividad que realizan, el resto del año trabajan para buscar justicia propia y para otras causas, como es el caso de Víctor Guerra y Myrthokleia González.

Octubre

Fue en 1968 que Víctor, en ese entonces un joven de 16 años, estudiante en el Tecnológico 5 del Instituto Politécnico Nacional (IPN), hoy Vocacional 8, decidió asistir a las asambleas organizadas por la Federación Nacional de Estudiantes Técnicos, (FNET), al enterarse que granaderos los habían reprimido.

Al poco tiempo se integraría al movimiento estudiantil del 68 recaudando dinero y volanteando para difundir el mensaje. “La gente nos apoyaba, nos ayudaba, nos daba dinero, a veces nos daba comida”.

El 2 de octubre, por un retraso, Víctor no pudo ingresar a la Plaza de las Tres Culturas, pues el lugar ya estaba cercado cuando llegó. Desde fuera, logró percibir algo de los sucesos.

“Muy lejos, se oía griterío, como un murmullo de gritos y todo. Se empezaron a oír las descargas, de pistola, de helicóptero, de todo eso. Nos quedamos ahí parados y vimos como sobre Manuel González y sobre los pasillos de Tlatelolco venía gente corriendo”. Fue hasta después, en su casa, que conoció la dimensión del suceso.

En la actualidad, Víctor es un abogado de 70 años. Gran parte de su vida se decanta en activismo social que manifiesta con canciones, poemas, encuentros con organizaciones, como litigante del Comité 68 y, por supuesto, acudiendo año con año a la marcha del 2 de octubre, en la que normalmente lleva mitin.

“Toda mi vida se ha marcado por esto. Desde entonces, hasta la fecha y hasta el día que me muera, seguiré luchando por que este país cambie, sea un país justo. (…) No me es posible, como una persona sensible a la injusticia, quedarme con los brazos cruzados. Yo no podía abandonar esto, como muchos quizás sí lo hicieron porque mi conciencia no me lo permitía, mi conciencia social”.

Infografía: Xavier Rodríguez

‘Me uní a escuchar las exigencias”

Por su parte, Myrthokleia tenía 23 años y estudiaba el cuarto año de la carrera de Técnico Mecánico Industrial en el Politécnico. Se unió al movimiento tras escuchar las exigencias del pliego petitorio de los estudiantes.

El 2 de octubre ella sólo iba a dejar unos medicamentos para sus compañeros en Zacatenco. Pero ya ahí, la instaron a exponer uno de los temas en la asamblea. Justo cuando ella iba a participar, en lo alto de uno de los edificios que enmarcan la Plaza de las Tres Culturas, observó luces entre la multitud, que empezaba a correr desesperada.

“Yo recuerdo que vi una luz verde y una roja. Fue cuando se soltó la balacera. (…) Me asomé y sí veía que caían las personas”, recordó. Cuando trató de escapar, elementos de la Guardia Presidencial, “los de guante blanco”, la agarraron, junto a sus compañeros.

Después de eso, Myrthokleia fue boletinada y vigilada por las autoridades, lo que la llevó a esconderse en Guadalajara y el Estado de México.

Ahora a sus 77 años, ya jubilada, se dedica a contar su experiencia en conversatorios feministas y participar en actividades que conmemoran el 68, pues afirma que “su conciencia es ayudar”. Aunque reconoce que la experiencia ha hecho mella en su salud mental, siempre está dispuesta a contar su historia a quien se la pida.

LEG