Héctor Zagal

Dr. Héctor Zagal

Academico de la Facultad de Filosofía de la Universidad Panamericana

Nos encanta estar en movimiento: caminamos, viajamos en bicicletas, en automóviles, en todo tipo de transporte público, en aviones, en barcos. Además, nos gusta llegar rápido a nuestros destinos. Quizás esta necesidad de rapidez tiene que ver con la comodidad del viaje. ¿Han intentado tomar el metro a las 6:30 am en la Ciudad de México? ¿El Metrobús? ¿Los camiones y combis? ¿Qué tal a las 6:30 pm? Sabrán, entonces, que lo único que anhela uno al subirse el transporte público es bajarse. Hay horarios en los que uno puede encontrar lugar para sentarse en el transporte o ir de pie cómodamente. En esos breves y afortunados momentos, uno puede disfrutar el trayecto, ya sea simplemente dedicando tiempo a nuestros pensamientos, leyendo el periódico o un libro, revisando nuestros correos o viendo la vida pasar por la ventana. Aún así, muchos tenemos encima el látigo de la prisa. Llegar cuanto antes; ese es el imperativo.

El lapso para llegar de un lugar a otro en la ciudad nunca es fijo. La distancia entre un punto y otro puede ser invariable, pero es una cuestión de suerte el poder llegar a nuestro destino en 20 minutos o en 2 horas. Muchas veces, sólo unos cuantos kilómetros duran lo mismo que un viajecito a otro estado. Tan cortas distancias y tanto tiempo. Muchos soñamos con que nuestro automóvil pueda alzar el vuelo y evitar el tráfico. En el estado actual de las cosas, tenemos que conformarnos con usar aplicaciones móviles que nos compartan algún atajo que nos ahorren, aunque sea, unos cuantos minutos de trayecto. ¡Qué fortuna contar con mapas tan completos y detallados como los nuestros! Si quisiéramos, podemos encontrar la vía más rápida para cruzar el continente de americano en auto, caminando, en transporte público o en avión. Nos tomaría un buen rato recorrer todo el continente, pero podríamos hacerlo. Si quisiéramos, podemos dar la vuelta al mundo en unos cuantos días, dependiendo del medio que elijamos para ello.

Literariamente, a uno le toma 80 días darle la vuelta al mundo. Si viajamos en globo, sin escalas, nos tomaría menos de un mes. Al menos así fue para Brian Jones y Bertrand Piccard, quienes el 1° de marzo de 1999, despegaron desde un pequeño pueblo en Suiza a bordo del globo Breitling Orbiter 3. Sin realizar ninguna escala, a Jones y Piccard les tomó 19 días, 21 horas y 55 minutos, completar la vuelta al mundo. En julio de 2016, Fiódor Kónijov voló alrededor de la Tierra en un globo aerostático en tan sólo 11 días, 5 horas y 31 minutos. Si tomáramos un avión comercial, tardaríamos, en teoría, entre 45 y 55 horas. ¿Cuánto nos tomaría hacerlo en barco? En un trimarán, puede tomar hasta 40 días. ¿Saben cuánto se tardó la primera circunnavegación de la Tierra? Les cuento un poco.

El 20 de septiembre de 1519, parte una escuadra de cinco naves de Sanlúcar de Barrameda, en Cádiz. Al mando estaba Fernando de Magallanes (1480-1521), militar y marino portugués. Para entonces, Magallanes estaba al servicio de Carlos I de España. Y es que Manuel I de Portugal no mostró interés en encontrar una nueva ruta hacia las islas de las especias por Occidente.

Estas cinco naves pasaron por las islas Canarias, frente a las islas de Cabo Verde y las costas de Sierra Leona, hasta llegar muy cerca de lo que hoy es Río de Janeiro el 13 de diciembre de 1519. Siguieron hacia el sur, pasando por el río de la Plata en marzo de 1520, y llegaron a la bahía San Julián, que exploraron en busca de un posible paso que les permitiera seguir su camino hacia el Oeste. Debido a que el tiempo era desfavorable, Magallanes decidió encalar allí. Durante ese tiempo, algunos de los marineros se rebelaron contra Magallanes. A la cabeza de esta rebelión se encontraba Juan de Cartagena, merino español con quien Magallanes chocó desde los primeros días de haber iniciado la empresa. La rebelión, no obstante, fue aplacada por Magallanes.

Continuado el camino, las naves llegarían a la boca de lo que sería conocido como el Estrecho de Magallanes. Allí ser ordenó a las naves, se ordenó a dos de las naves que exploraran el canal. Después de sortear sus complicadas costas, las naves consiguieron salir hacia el mar del Sur. Éste sería rebautizado como océano Pacífico debido a que no se encontraron con ninguna tormenta en el camino. Sin embargo, la desgracia cayó sobre la expedición debido a que no encontraron tierra firme durante tres meses.

Buscando las Molucas, islas de las Especias, en el archipiélago de Indonesia, Magallanes y los suyos llegaron al archipiélago que más tarde se conocería como «islas Filipinas» en honor de Felipe II, hijo y heredero de Carlos I. Allí moriría Magallanes en abril de 1521. Sin embargo, los miembros restantes de la expedición continuaron la travesía de vuelta a España en dos naves: la nao Victoria y la nao Trinidad. Al frente de la nao Victoria iba Juan Sebastián Elcano. Sería él quien, navegando por mares bajo control portugués hacia el oeste y bordeando África, llegaría a Sanlúcar de Barrameda, el punto de partida, el 6 de septiembre de 1522.

Sapere aude! ¡Atrévete a saber!

@hzagal

Profesor de la Facultad de Filosofía en la Universidad Panamericana