Siempre lo hemos dicho, además de ser un impostor, Napoleón Gómez Urrutia es un completo ignorante en el tema minero, lo peor es que ese desconocimiento que no se cansa de difundir, llega a trastocar uno de los temas más sensibles para los verdaderos mineros: la seguridad.

Napillo, después de irse a pasear y gastarse el dinero de los mineros a Las Vegas, regresa a producir cortinas de humo y a crear supuestos conflictos con el Gobierno federal para exigir que se ratifique el Convenio 176 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) porque, según su entender, esa será el “arma mágica” para que se garantice la seguridad en las minas y no se repitan accidentes como el de Pasta de Conchos o el reciente en la mina del Pinabete, Coahuila.

Para empezar, con qué calidad moral Napillo exige que se ratifique el Convenio 176 cuando nunca le ha interesado la seguridad de los trabajadores, cuando fue uno de los señalados como responsable de la muerte de los 65 compañeros de Pasta de Conchos y cuando utiliza a los mineros como grupo de choque para apoderarse de las minas y centros laborales, para después exigir dinero a cambio de liberarlos.

Por otro lado, por qué no dice que la autoridad le ha permitido violar el Convenio 87 de la misma OIT, referente a la libertad sindical, para apropiarse de la secretaría general del sindicato, cuando todos perfectamente saben que nunca fue minero y que violó cuantas veces quiso los estatutos de la organización, ahí sí se queda calladito, no dice nada, ¿por qué no exige también el cumplimiento de este?

Ahora bien, no se trata de armar escándalos y disque exigir la ratificación del Convenio, es momento que Napillo se capacite, abogue al sentido común y deje de jugar; la seguridad en las minas no se va a dar porque se firme un documento o diez, es un tema de responsabilidad. La seguridad solo se consigue con el compromiso compartido entre empresas, trabajadores y Gobierno, con la capacitación de las partes y las acciones en conjunto.

Pero, por increíble que parezca, también hay que precisarle al impostor de minero que la seguridad tampoco se resuelve yendo a dar discursos al extranjero y que los paseos que se dan por el mundo bajo el pretexto de difundir las actividades sindicales y sus inexistentes luchas obreras no cuentan como productividad.

Lejos de sumar, lo único que ha hecho Napillo es restar. Se ha caracterizado por celebrar el estallamiento de huelgas que en algunos casos han durado décadas, ha empobrecido familias y pueblos enteros, sin contar con numerosas tomas de empresas a cambio de dinero o bien el robo de 55 millones de dólares a sus agremiados.

No nos sorprendamos, Napillo seguirá de “opinólogo”, hablando de temas que ni entiende y, mucho menos, le interesan, lo que busca en realidad son dos cosas, tomarse la foto, hacerse de alguna manera protagonista y evitar que se hable en medios de comunicación de los 55 millones de dólares que le robó a los mineros de Cananea, ya que esta administración debería obligarlo a que reintegre con todo e intereses el dinero que con alevosía, ventaja y por supuesto violando el Convenio 87 de la OIT se atrevió a usurpar.

La ratificación del Convenio 176 sin duda se dará, pero, pensar que esa será la solución para garantizar la seguridad en las minas es tan ingenuo como creer que Napito alguna vez trabajó como minero y que su incalculable fortuna valuada en muchos millones de dólares la obtuvo gracias a la venta de sus librillos o que es producto de un salario de obrero.

 

 

     @CarlosPavonC