Vaya semana que tuvo el presidente Andrés Manuel López Obrador:

Ataques armados contra civiles que ocasionaron la muerte de personas inocentes; 10 mineros siguen sin ser rescatados en Sabinas, Coahuila; un helicóptero de la Marina es usado para trasladar a la mascota de un equipo de beisbol; otro helicóptero es reportado como robado de las instalaciones del Aeropuerto capitalino; pero nada de esto parece ser responsabilidad del primer mandatario.

La semana pasada fueron días de furia en Zapopan, Jalisco; en Ciudad Juárez, Chihuahua y en diversos municipios de Baja California; donde grupos del crimen organizado mostraron su músculo atacando civiles, quemando negocios y vehículos para bloquear vialidades.

Estos hechos pusieron al descubierto problemas añejos que la autoridad no ha podido resolver. Primero, que las bandas del crimen organizado no dejan de operar a pesar de que sus cabecillas estén encarcelados, por el contrario, se convierten en mafias que toman el control de todo, incluso de los penales.

Además, demostraron que con un chasquido pueden poner de cabeza y generar pánico en diversas ciudades al mismo tiempo, ante una casi inexistente presencia de fuerzas policíacas que los controlen.

Y por supuesto que deja en evidencia, una vez más, que la estrategia de seguridad dictada por el presidente López Obrador no funciona.

Es lamentable e inconcebible que luego de que el Congreso le otorgó la herramienta que pidió el Presidente y le autorizó la creación de un cuerpo civil como la Guardia Nacional, ahora el primer mandatario acuse que la oposición no le deja avanzar.

Lo que es peor, anunció que buscará integrar a la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional, haciendo justamente lo que tanto criticó: militarizar al país.

El Presidente dijo que sólo manteniendo al Ejército en las calles se podrá combatir la violencia y la delincuencia, quizá se le olvidó que en lo que lleva de su administración el Ejército ha estado en las calles y la violencia lejos de disminuir sigue en aumento.

Incluso echó en cara que las policías municipales y estatales no actuaran para detener los ataques en Juárez y Zapopan; pero también se le olvidó decir que quitó del presupuesto Fondos que iban destinados al fortalecimiento de las Policías locales.

Lo cierto es que lejos de asumir su responsabilidad, en el Gobierno federal intentan todos los días, lavarse las manos al decir que los ataques no los impidieron las policías locales, que el robo del helicóptero no fue responsabilidad del Aeropuerto y que el traslado de una “mascota” en una aeronave de la Marina fue por cortesía.

Pareciera que la política de la 4T implica que ante el caos, el único camino es el deslinde.

 

Y en Pregunta Sin Ofensa:

 ¿Hasta dónde llegarán las maromas legislativas de la 4T para pasar a la Guardia Nacional bajo el mando de la Secretaría de la Defensa?

 

 

@aguilarkarina