Salman Rushdie
Foto: AFP | El libro de Salman Rushdie fue considerado en el mundo musulmán como una obra blasfema, que ridiculizaba al Corán y a Mahoma.  

El apuñalamiento de Salman Rushdie, este viernes en Estados Unidos, se produce más de 33 años después del decreto religioso (fetua) del ayatolá Jomeiní, que condenó a muerte al escritor por su novela “Los versos satánicos“.

El libro fue considerado en el mundo musulmán como una obra blasfema, que ridiculizaba al Corán y a Mahoma.

En su fetua del 14 de febrero de 1989, el guía supremo de la revolución islámica iraní instó a todos “los musulmanes a ejecutar al autor del libro, los editores y aquellos que conocen su contenido”, “con el objetivo de que nadie insulte a las santidades islámicas”.

También se ofreció una importante recompensa por la cabeza del literato.

Rushdie pasó a vivir escondido y escoltado. En los primeros seis meses tras la promulgación de la fetua, cambió 56 veces de domicilio.

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En la novela, Rushdie cuenta las aventuras y picarescas de dos ciudadanos de India que llegan milagrosamente salvos a una playa inglesa después de que el avión en que viajaban estalla en pleno vuelo a causa de un atentado.

Con un estilo que navega entre fantasía e historia, se mezclan con emigrantes londinenses en plena época de Margaret Thatcher.

– “¡Hay que colgar a Rushdie!” – La polémica se había iniciado en septiembre de 1988, con la publicación de esa ficción por un editor británico en una época en que aún no se hablaba de fundamentalismo musulmán.

El libro es ante todo, para Rushdie, una historia sobre el desarraigo que sufren las personas migrantes.

“De todas las ironías, la más triste es la de haber trabajado durante cinco años para dar voz (…) a la cultura de la inmigración (…) y ver mi libro quemado, la mayoría de las veces antes de haberlo leído, por las mismas personas de las que habla”.

Su publicación provocó una ola de indignación en el mundo musulmán, donde se le tachó de blasfemo y de apóstata.

El escándalo fue provocado por el segundo capítulo, unas pocas decenas de páginas entre varios cientos.

Rushdie pinta allí escenas donde el personaje, vagamente ridículo, del profeta Mahound -en alusión al fundador del islam, Mahoma-, engañado por Satanás, predica la creencia en divinidades distintas a las de Alá antes de reconocer su error.

India prohibió el libro y le siguieron una veintena de países. 

Su publicación en Estados Unidos desató aún mayores pasiones y protestas, y autores como Susan Sontag O Tom Wolfe organizaron lecturas públicas.

En Pakistán, miles de personas atacaron el centro cultural de Estados Unidos al grito de “¡Perros americanos!” y “¡Hay que colgar a Rushdie!”. Cinco personas murieron por disparos de la policía.

– Decenas de muertos en Turquía -Las protestas se extendieron a todo el mundo, especialmente en Europa, donde la solución del “caso Rushdie” se consideraba un requisito previo para cualquier normalización con el régimen islámico iraní.

Londres y Teherán rompieron relaciones diplomáticas durante casi dos años.

Jomeiní murió en junio, pero la onda expansiva siguió su curso. En 1991, el traductor japonés de Rushdie murió apuñalado y sus homólogos italiano y noruego fueron agredidos.

Dos años más tarde, en Turquía fallecieron 37 personas al ser incendiado el hotel donde se encontraba su traductor turco, que sobrevivió.

Su ensayo “In good faith” (“De buena fe”), publicado en 1990 para explicar su punto de vista, no consigiuió aplacar los ánimos.

En 1998, el gobierno iraní del presidente reformista Mohammad Jatamí prometió que Irán no aplicaría el decreto.

Pero en 2005, el guía supremo Alí Jamenei aseguró que matar a Rushdie seguía estando autorizado por el islam.

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Su nombramiento como caballero por la Reina de Inglaterra en 2008 fue calificado por Irán como un acto de “islamofobia” y los extremistas musulmanes, especialmente en Pakistán, volvieron a enfurecerse.

En 2016, varios medios iraníes, en un contexto de tensiones dentro del régimen entre ortodoxos y reformistas, sumaron 600 mil dólares al bono ofrecido por la cabeza del escritor, con lo que su importe total supera los 3 millones de dólares.

Afincado desde hacía tiempo en Nueva York, Salman Rushdie había retomado una vida más o menos normal sin dejar de defender, en sus libros, la sátira y la irreverencia.

En los últimos años, llegó a señalar que, con las redes sociales, la fetua hubiera sido más peligrosa para él.

LEO