En medio del complejo panorama económico actual, resulta oportuno llevar a cabo un diagnóstico de la coyuntura tomando en cuenta las variables que orbitan alrededor como la inflación, el tipo de cambio, el debilitamiento de las inversiones y los riesgos latentes en torno al crecimiento.

El pasado miércoles, tras la visita de la líder de la Cámara de Representantes de EU, Nancy Pelosi, a Taiwán, los mercados reflejaron cierta tranquilidad, particularmente el accionario. Ello propició que las bolsas norteamericanas aumentaran, al igual que la Bolsa Mexicana de Valores. Por su parte, el peso mexicano se apreció en virtud de una menor aversión al riesgo, así como por las cifras del sector servicios de Estados Unidos.

Sin embargo, la publicación de sus cifras de empleo mantuvieron un clima especulativo. En julio, se crearon 528 mil puestos, el doble de lo estimado, y la tasa de desempleo se ubicó en 3.5%. Ello atenuó las inquietudes sobre una posible recesión. La expansión de las nóminas se debió a la generación de empleos en los sectores de ocio y hospitalidad, servicios profesionales y comerciales y atención médica, señaló el Departamento de Trabajo.

En tanto, el mercado cambiario nacional se encuentra a la espera del anuncio de política monetaria del Banco de México el próximo jueves 11 de agosto, donde los analistas prevén un incremento de 75 puntos base a la tasa de interés para ubicarla en un nivel de 8.50 —en línea con el movimiento de la Reserva Federal—. Cabe precisar que, al tiempo que se difunde esta columna, se da a conocer el dato de la inflación en julio.

Dentro de este contexto, el Inegi reveló dos indicadores relevantes. Por un lado, en julio, la confianza del consumidor presentó una reducción mensual de 1.7 puntos. El consumo sufrió un impacto considerable debido a los esfuerzos de los bancos centrales por contener las presiones inflacionarias. Por otra parte, en mayo, la inversión fija bruta disminuyó 1.2% a tasa mensual; los gastos efectuados en construcción cayeron 2.7%, mientras que en maquinaria y equipo total —de origen nacional e importado— 1%. Si la inversión persiste en declive, difícilmente notaremos un aumento en nuestro crecimiento real y, por ende, en nuestros ingresos.

La semana pasada, el Banco de México divulgó la encuesta de expectativas del sector privado. Destaca que los especialistas revisaron ligeramente al alza su pronóstico de crecimiento a 1.78% para 2022; sin embargo, lo redujeron de 1.74 a 1.51 para 2023, dado el nerviosismo sobre el comportamiento de la economía norteamericana. Bank of America disminuyó drásticamente su previsión a 0% para 2023, como consecuencia de la desaceleración estadounidense, la elevación de las tasas de interés y la incertidumbre respecto al resultado de las consultas en materia de política energética al amparo del T-MEC.

El escenario continúa sombrío e incierto. En virtud de la alta correlación en las frecuencias del ciclo económico, es bien sabido que si a Estados Unidos le da gripa, a México pulmonía. Urge un buen proceso de toma de decisiones en este contexto.

¿O será otra de las cosas que no hacemos?

Consultor y profesor universitario

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