Un conflicto de nueva cuenta insuflado por Washington es el que se ha generado recientemente contra la República Popular China en la disputa y la intromisión de la Casa Blanca sobre Taiwán, auto reconocida como República de China (ROC) desde 1949 por el gobierno de Chiang Kai-shek y de su partido el Kuomintang, cuando ambos fueron derrotados por las fuerzas dirigidas por Mao Zedong. La antigua Formosa, colonizada por el imperio portugués, español, holandés y japones, finalmente quedó bajo la influencia de la hegemonía estadounidense, así como Hong Kong por el Reino Unido y Macao por Portugal. Esos dos últimos territorios fueron integrados a la soberanía china respectivamente en 1997 y 1999. Hoy en día Macao y Hong Kong, muestran la fortaleza de “un sistema de dos economías, un país”. China es una nación socialista con características propias. En los momentos actuales el gigante asiático es el mayor inversionista en Taiwán. Sin embargo, los grupos de poder locales siguen empeñados en considerarse independientes. Situación en la que Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes de EU, en una acción francamente provocadora atizó el conflicto, cuando el gobierno de Beijing ha manifestado claramente, que la intromisión de Pelosi atentó gravemente contra la soberanía e integridad territorial de China.

La Casa Blanca tiene en el momento actual a la economía china como su principal rival a nivel mundial. Un nuevo conflicto en la región de Asia Pacífico, especialmente al intervenir en Taiwán, fortalece el discurso de la Guerra Fría. Incluso EU con la división de las dos coreas caracteriza a Corea del Norte como una gran amenaza para Corea del Sur y Japón. En esa lógica se trata de desgastar económica y militarmente a Rusia y China como sus principales enemigos, pretendiendo con esa narrativa recuperar su hegemonía, apoyada por el discurso neoliberal de las potencias occidentales, el que se encuentra en franca decadencia y en riesgo de hacer explotar un conflicto nuclear. Tal como lo ha señalado el Secretario General de la ONU, António Guterres, que ha advertido la gravedad de la situación al señalar que las tensiones geopolíticas no se están alejando del desarme y se encuentran gastando “cientos de miles de millones de dólares en armas del fin del mundo que no tienen cabida en nuestro planeta”. Agregando: “La humanidad corre el peligro de olvidar las lecciones forjadas en las aterradoras llamas de Hiroshima y Nagasaki”.

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