Luego de 48 horas de que se reportó el derrumbe de una mina en Sabinas, Coahuila, las autoridades de los tres niveles de gobierno han intensificado este viernes los esfuerzos para rescatar a 10 mineros que permanecen atrapados desde el miércoles.

383 personas, entre militares y civiles, trabajan “sin descanso” en la mina colapsada, ubicada en la localidad de Agujita, informó el vocero de la Presidencia de México, Jesús Ramírez. Con ello aumentaron 100 personas más a las que se reportaron el jueves.

Para el rescate se han llevado 19 bombas de agua capaces de extraer hasta 60 litros por segundo del interior de la mina, inundada tras el colapso de uno de sus muros, además de barrenadores para facilitar la instalación de más equipos, informó, por su parte, el gobernador de Coahuila, Miguel Riquelme.

“No cesarán los trabajos hasta lograr el objetivo”, aseveró el mandatario estatal vía Twitter.

Aunque se ha implementado un operativo las familias comienzan a darse por vencidas y se preparan para recibir malas noticias.

“Necesito estar controlada para lo que venga y cualquier cosa que me digan”, dijo a la AFP Érika Escobedo, quien espera noticias de su esposo, Hugo Tijerina.

La joven, de 27 años, tuvo que decirle a sus dos pequeños hijos que su padre “ya salió” para mantenerlos en calma.

Reducir nivel de agua

Los trabajos se enfocan en reducir los niveles de agua en la mina para permitir la entrada de rescatistas.

“Resulta indispensable reducir el nivel del espejo de agua en la zona del incidente para (…) permitir el ingreso seguro al personal especializado en búsqueda y rescate”, dijo este viernes Laura Velázquez, coordinadora nacional de Protección Civil durante la conferencia matutina del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Velázquez detalló que los niveles de agua han bajado de 34 a 30 metros.

Jesús Mireles Romo, de 24 años, fue de los primeros familiares en llegar al lugar del accidente, incluso antes que las autoridades. Su padre, José Luis, está atrapado.

“Me duele la desesperación, no saber qué pasa, ¿hasta cuándo voy a volver a verlo?”, dice a la AFP mientras su voz se resquebraja entre llanto y angustia.

Mireles y otros familiares han acompañado sin pausa las arduas y apuradas labores para liberar a los obreros. Aguardan en las cercanías del socavón, de unos 60 metros de profundidad.

“No pierden la esperanza”

El ronroneo de las potentes bombas que extraen el agua acompaña el ajetreo de rescatistas y familiares.

Mireles no se ha movido del lugar desde la tarde del miércoles y con sus dos hermanos trató de auxiliar a los accidentados antes que el personal del gobierno asumiera el rescate.

“Es doloroso ver a tus hijos que no pierden la esperanza de volver a ver a su papá”, dijo Claudia Romo, la madre de Jesús, de 45 años.

Tras el colapso, cinco mineros “lograron salir” y fueron trasladados a un hospital, de los cuales dos fueron dados de alta, según autoridades.

Trabajo riesgoso

La mina accidentada tiene tres pozos interconectados por donde se extrae el carbón, según un diagrama que presentó el ejército.

El accidente ocurrió cuando al excavar los trabajadores se toparon con un área contigua llena de agua que al derrumbarse provocó una inundación.

La mina colapsada es del tipo denominado “pocito”, muy utilizada para extraer carbón en Coahuila.

Son infraestructuras artesanales que suelen ser peligrosas para quienes trabajan en ellas pues no tienen infraestructura de concreto que proteja a los trabajadores de derrumbes como una mina industrial, explicó el ingeniero metalúrgico Guillermo Iglesias a una radio local.

María Guadalupe Cabriales, hermana de Mario Alberto, otro de los mineros atrapados, asegura que si él vive “ya no va a trabajar en los pozos”.

“Que trabaje en otra cosa que al cabo como quiera la familia come”, advirtió la mujer.

En junio de 2021, siete mineros murieron tras el colapso de otra mina de carbón en la región de Múzquiz, también en Coahuila, principal productor de dicho mineral en México.

El más grave accidente minero en esta región, fronteriza con Estados Unidos, ocurrió el 19 de febrero de 2006, cuando una explosión de gas en la mina Pasta de Conchos, controlada por el conglomerado Grupo México, provocó la muerte de 65 trabajadores.

Solo dos cadáveres fueron rescatados luego de esa tragedia.

Ante una supuesta inacción del Estado, el caso fue llevado a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, donde continúa el litigio. En febrero pasado, el gobierno anunció el inicio de los trabajos para el rescate de los cuerpos, pero las familias han expresado su descontento por la lentitud del proceso.

LDAV