Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, hizo pública su intención de visitar Taiwán desde hace algunas semanas, después de una álgida llamada entre el presidente de su país, Joe Biden, y el mandatario chino, Xi Jinping. En un desenlace que podría ser parte de una serie televisiva o de una película sobre espías, el presidente de China advirtió que quien juega con fuego se quema, una frase agresiva para expresar con claridad la posición de su Gobierno sobre la posibilidad de la visita de la funcionaria estadounidense.

La tensión entre los Gobiernos de China y de Taiwán no es nueva. Desde hace décadas, la posición política de “una sola China” ha causado una situación compleja. Esa concepción evitó que, una vez liberada del dominio japonés, Taiwán no alcanzara su soberanía, y que la influencia y las presiones de China se mantuvieran, al exigir que el resto de los Gobiernos del mundo reconocieran el de Pekín, y no el de Taipéi, como legítimo.

Estados Unidos, como la mayoría de los países, respeta o mantiene posiciones neutrales respecto a la política de una sola China. Por ello, desde hace 25 años, el Gobierno de la Unión Americana no había realizado una visita oficial a Taiwán, porque, al menos implícitamente, eso validaría la soberanía de la isla y debilitaría la posición china, lo cual podría avivar la mecha de un potencial conflicto.

Entonces, resulta complejo entender cuál es la intención de la visita de la congresista Pelosi a Taiwán. En sus palabras: “Estados Unidos visitó Taiwán para demostrar que no dejarán solo a Taiwán”. Horas después, la funcionaria abandonó el país, pero la molestia del Gobierno chino permaneció, tal y como lo muestra la advertencia que Pekín realizó al embajador estadounidense en China, al afirmar nuevamente que su país estaba jugando con fuego.

Pelosi señaló también lo siguiente: “el mundo decide entre la democracia y la autocracia. La determinación de Estados Unidos de preservar la democracia aquí en Taiwán y alrededor del mundo se mantiene inalterable”. Por supuesto que la democracia es una causa que vale la pena defender, pero la pregunta es si la visita de la política originaria de Baltimore realmente abona a la consolidación de esa idea o si simplemente se trata de una provocación.

No se debe desestimar que la pandemia alteró los pesos y contrapesos internacionales, y que esta visita puede ser un intento por balancear el panorama internacional. Sin embargo, de acuerdo con diversos análisis especializados, no existen beneficios inmediatos ni tangibles asociados a ella. Por el contrario, se estaría ante una tensión de las relaciones entre China y Estados Unidos en que la competencia responsable y el diálogo pueden ser interpretados como signos de debilidad, tal y como lo demuestra el despliegue de fuerzas chino.

Ante las señales de tensión, la comunidad internacional no debe desestimar las vías diplomáticas y de diálogo para evitar conflictos en los que todo el mundo pagaría las consecuencias de un nuevo enfrentamiento.

 

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