El Gobierno de la 4T utiliza al servicio exterior como agencia de colocación de cuates e incondicionales, tal como lo hicieron en su momento el PAN y el PRI.

No sería novedad si no se replicara a diario el discurso fallido de “no somos iguales’’, pero solo basta echarle un vistazo a la lista de los recién nombrados embajadores para darnos cuenta de la preparación de los funcionarios que representarán al país en el extranjero.

Ayer fue ratificado por la Comisión Permanente, el filósofo Eduardo Villegas Megías, cuya cualidad superior -debe tener otras más, desde luego-, fue haber sido asistente personal de Andrés Manuel López Obrador cuando el hoy presidente fue jefe de Gobierno del entonces DF.

Villegas Megías dijo ayer, que llevaba seis meses aprendiendo ruso y que una de sus tareas será llenar de información sobre México al sitio equivalente a la Wikipedia occidental.

Ni hablar de su conocimiento sobre el conflicto entre Rusia y Ucrania y sus eventuales afectaciones al país.

Pero esa ha sido la tónica.

El Senado aprobó, por ejemplo, la designación de Leopoldo De Gyves como embajador en Venezuela, pese a no tener ningún conocimiento sobre el trabajo diplomático.

Solo por ser “activista social’’ fue premiado, pese a que en su natal Juchitán se le conoce como porro, invasor de tierras y otras linduras.

Si otro amigo del clan presidencial no fue embajador, Pedro Salmerón, se debió al rechazo del Gobierno de Panamá por las acusaciones de acoso sexual en contra del historiador.

Pero en su lugar fue designada la comediante, activista y senadora, Jesusa Rodríguez, también con nula experiencia diplomática.

A esos nombres habrá que agregar los de los exgobernadores priistas que alcanzaron hueso, también sin tener experiencia en el servicio exterior, pero que fueron premiados por no hacer olas durante las elecciones que ganó Morena.

No son iguales, pero cómo se parecen.

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¡Qué novedad!

Pues resulta que, como se veía venir desde hace meses, la todavía secretaria de Educación, Delfina Gómez, ganó la encuesta -que nadie conoce- que según aplicó Morena para definir al candidato a la gubernatura del Estado de México.

Los resultados oficiales de la supuesta encuesta no se han dado a conocer oficialmente pero ayer se filtró, desde alguna oficina en Palacio, que la ganadora fue la secretaria de Educación.

Será la segunda vez que compita por la gubernatura del Estado de México; hace casi cinco años perdió en contra del actual gobernador Alfredo del Mazo.

Y mientras en Morena se adelantan por varios meses en su proceso electoral interno, en la oposición siguen barajando nombres, aunque todo parece reducirse a una carrera parejera entre la secretaria de Desarrollo Social del gobierno estatal, Alejandra del Moral y la diputada federal Ana Lilia Herrera Anzaldo.

A ver.

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Al que no le calienta ni el sol -y mire que, en su tierra, Minatitlán, hace calor-, es al todavía presidente de la mesa directiva de la Cámara de Diputados, el ocurrente Sergio Gutiérrez, que lleva meses en campaña para hacerse de la candidatura de Morena al Gobierno de Veracruz.

El Congreso local aprobó una modificación a la Constitución local que elimina el requisito de haber nacido en el estado para ser gobernador.

La reforma tiene destinataria.

Se trata de la secretaria de Energía, Rocío Nahle, nacida en Zacatecas, pero radicada en Veracruz desde hace algunos años.
El mensaje es clarísimo para Gutiérrez: no será él.

Nahle será recompensada por cumplir con el capricho presidencial de construir una refinería que, si bien nos va, producirá su primer litro de gasolina a finales del 2023 o principios de 2024.

LEG