Así reza el epitafio de Adolfo Suárez, el hombre más relevante de la historia política contemporánea de España; impulsor de la transición de la dictadura franquista a una democracia plena e indiscutible. Líder de una transformación forjada con inteligencia, firmeza y, sobre todo, con la convicción del consenso y el diálogo con aquellos que pensaban diferente -e inclusive- contrario a él.

México atraviesa por uno de los periodos más convulsos de nuestra historia, en un contexto internacional muy negativo del que es imposible abstraernos. No estamos enfrentado esta situación, ni con la inteligencia, ni con la voluntad necesarias para superar nuestras diferencias y construir los consensos que México necesita con urgencia.

La violencia presente en todo México tiene que parar, ya sea física, verbal o política. Ha sido tolerada por el Gobierno de AMLO y sus partidos afines, pero también -hay que ser claros- por los gobernadores y los partidos políticos “opositores” (PRI-PAN-PRD).

La democracia es un sistema de convivencia, donde la única dictadura posible es la de la Ley, que garantiza la soberanía de los gobernados sobre los gobernantes y el respeto a sus derechos fundamentales.

Tenemos dos opciones: la violencia o la concordia, elijamos la concordia y así el crimen no podrá elegir por nosotros.

La concordia que México necesita urgentemente conlleva renuncias para que todos podamos transitar al entendimiento, a la paz y al progreso. El sacrificio de las posiciones partidistas es la condición del diálogo. En la concordia el fin y el medio deben coincidir.

El consenso debe ser la condición de la política, es necesario convencernos de que no basta con “enterarnos” de la política, hay que participar en ella. La dictadura impuesta por los partidos no puede prevalecer sobre el bienestar general de los mexicanos. Tenemos que impulsar una transición que no sea fruto del rencor o del miedo.

Los extremistas de nuestro sistema político –de izquierda y de derecha- ven en la atracción al abismo algo estúpidamente bueno, mientras que millones de mexicanos claman ¡Ya basta!

Hay que superar los odios, eliminar los complejos y combatir la ignorancia. Si queremos paz, hablemos con nuestros enemigos y escuchemos sus razones. Urge expresar los supuestos comunes de la convivencia de los mexicanos y eliminar el contenido ideológico que nos divide.

La memoria de nuestros agravios históricos no puede servir para hacer más alto el muro que hoy nos separa, debe convertirse en el puente de comprensión del otro. Aprender a ser el otro.

No se puede apelar a la transformación sin la articulación que exige el diálogo y el compromiso del bien común de todos como vía de legitimación. No se gobierna con “los vencedores contra los vencidos”.

Presidente López Obrador, su Gobierno va a enfrentar tiempos terriblemente complicados, y sin el concurso de todos -incluidos los conservadores- no le será posible superar la crisis social y económica que ya está instalada entre nosotros: pobreza, estanflación y sin los recursos fiscales para el gasto social.

Necesitamos signos visibles de la reconciliación: los acuerdos políticos, sociales y económicos. Haga todos los cambios necesarios en su gabinete, incluya a sus adversarios, hágalos parte de la solución y deje de señalarlos como el origen del problema.

Es su obligación como Presidente dar el primer paso, convoque ya a sus adversarios políticos y haga lo que sea necesario para olvidar agravios y llevar al país a un acuerdo por la paz y la concordia. Aún es posible.

@Pancho_Graue

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