El clima de inseguridad y la normalización de la violencia en nuestro país han pasado a ser los temas más alarmantes de la agenda nacional. En lo que va de la presente administración se han cometido 121 mil 655 asesinatos, cifra que supera los registrados entre 2006 y 2012. La muerte de los sacerdotes jesuitas, Javier Campos y Joaquín Mora, en Cerocahui, Chihuahua, puso una vez más en evidencia que, en tres años y medio de gestión, la estrategia de seguridad no ha surtido los resultados esperados. Igualmente, es trabajo de las autoridades de los gobiernos federal y local, no podemos atribuirle a una sola persona el actuar criminal.

La semana pasada, del lunes 11 al viernes 15 de julio, las secretarías de Seguridad y Protección Ciudadana, Defensa Nacional, Marina y la Procuraduría General de la República reportaron 341 víctimas por homicidio doloso, siendo Baja California, Chihuahua, Estado de México, Guanajuato, Michoacán y Nuevo León las entidades federativas que presentaron una mayor incidencia. Ahora bien, éste no es el único delito observado, también se han manifestado robos, extorsiones, feminicidios, desapariciones, fraudes y desvíos de hidrocarburos.

La situación se agrava cuando reparamos en que la impunidad en nuestro país es gigantesca. De acuerdo con datos de Impunidad Cero, 94% de los delitos que se ejecutan no se denuncian y menos del 1% se resuelven. En el fondo, persiste la desconfianza de la ciudadanía en las instituciones de procuración e impartición de justicia. Todo ello explica, de cierta forma, el retroceso en materia de Estado de derecho —el World Justice Project nos ha situado en la posición 113 de 139 naciones evaluadas—.

Asimismo, la violencia ha motivado un entorno de incertidumbre para los agentes económicos, lo cual ha provocado la caída en las inversiones, el aumento sostenido de los precios de determinados alimentos y el freno de nuestras posibilidades de crecimiento. Es oportuno mencionar que buena parte del terror desbordado se debe a los enfrentamientos entre organizaciones criminales por el control de las plazas y los territorios.

Este domingo, la Secretaría de Marina rindió un homenaje a los 14 integrantes que fallecieron en Los Mochis, Sinaloa, luego del desplome de la aeronave en la que viajaban mientras participaban en el operativo del viernes. Aprovecho este espacio para reconocer que la Armada y el Ejército tienen enrolados en sus filas a hombres y mujeres que diariamente portan su uniforme con entrega, servicio, lealtad, patriotismo y un profundo amor por México. Hoy, en un contexto de polarización, guerra y violencia lo que se requiere es un llamado firme a la pacificación en distintos frentes.

¿O será otra de las cosas que no hacemos?

Consultor y profesor universitario

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