Nunca imaginó Antonio de la Cruz que cuando salió de su hogar sería la última vez que cerraría la puerta de su casa. Antonio, ya no está con nosotros, pero tampoco José Luis, ni Margarito, ni Roberto, ni Ernesto; ni tampoco Heber, ni Jorge, ni Juan Carlos, ni Armando, ni Luis Enrique, ni Yessenia, ni Sheila, ni mi querida Lourdes Maldonado. Son nombres que no son anónimos; compañeros que dejaron su vida por ser el vehículo entre la verdad y la opinión pública; nombres de periodistas con letras grandes, con fonemas fluorescentes por pertenecer a la profesión más bella jamás conocida.

Los disparos contra el cuerpo de Antonio retumbaron en las paredes europeas, en los parlamentos, en los estados, en las secretarías, en los organismos, y también en las casas, en nuestros hogares, en los corazones y en las calles; y entonces no se entendió por qué en México ya han asesinado a 12 periodistas en tan sólo medio año.

No se entiende la política de abrazos y no de balazos del presidente López Obrador. No se comprende cómo extralimitan las fronteras del Estado de Derecho. No se asimila por que la justicia es tan injusta; no se concibe la impunidad en las múltiples vertientes.

Hay alguien que aprieta el gatillo. Pero hay otro que tiene que aplicar la ley sobre el que lo apretó. Para eso está la ley y por eso se escribe el Estado de Derecho con todas las consecuencias. En cualquier estado que se precie de serio y riguroso, la ley se aplica para cualquiera. El aforismo de que todos somos iguales ante la ley, tiene que ser como un credo.

Y aquí hay un responsable y es la autoridad estatal o federal, o las dos. Es ella, la autoridad, la que tiene que perseguir, detener, enjuiciar y aplicar la ley al que comete un delito. Porque lo que ocurrió con Antonio es un delito, un asesinato, y los asesinos tienen que terminar en la cárcel. Pero no sólo los de Antonio. También los que asesinaron al resto de compañeros.

Hay que poner un alto. Pero hay que poner un freno principalmente a la autoridad. No puede ser que en México se siga viviendo con miedo.

 

  @pelaez_alberto