Las asociaciones de gobernadores, comenzando por la Conago, han desaparecido del mapa político y dejaron de ser interlocutores con el Gobierno federal.

En lo que va de la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador, por lo menos tres asociaciones de gobernadores trataron de hacerle contrapeso, pero fracasaron en el intento.

Desde la inútil Conago, cuyo último presidente fue el hidalguense Omar Fayad, pasando por los gobernadores de la llamada Alianza Federalista y la Asamblea Nacional de Gobernadores del PAN (GOAN).

El tema que les dio vida a estas organizaciones fue la disputa por los recursos públicos.

Los gobernadores que formaron la Alianza Federalista (Miguel Riquelme Solís, Francisco García Cabeza de Vaca, José Rosas Aispuro, Enrique Alfaro Ramírez, Diego Sinhue Rodríguez Vallejo y Martín Orozco Sandoval) trataron, sin éxito, que el propio López Obrador se sentara a negociar con ellos un nuevo pacto federal.

Se trataba, se dijo entonces, que el reparto de la recaudación fiscal se hiciera de acuerdo a la aportación porcentual de cada estado al PIB.

Los estados habían sido fuertemente castigados en sus participaciones federales, hecho que se agravó con la llegada de la pandemia.

Los gobernadores del PAN, con un discurso más moderado, pretendían lo mismo pero, no el presidente tampoco se quiso reunir con ellos.

Las asociaciones terminaron muriendo de nada.

Incluso gobernadores como Javier Corral, que reclamaban con fuerza un nuevo pacto fiscal, terminaron en los brazos del Gobierno federal; algunos de los reclamantes son ahora diplomáticos y otros que terminaron o están por terminar sus gestiones también esperan una recompensa.

En síntesis, las asociaciones de gobernadores, que en cierto momento pudieron hacer presión, como lo hizo la Conago con Vicente Fox, no cumplieron con su papel de generar un equilibrio con el Gobierno federal y ahora, con 20 estados en manos de Morena y dos en manos de sus rémoras, solo queda darles una formal sepultura.

Quizá ello explique el desdén presidencial de ofrecer ayuda a estados como Nuevo León, que pasa por una severa crisis por falta de agua.

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La senadora -con licencia- Marybel Villegas Canché, compitió por una diputación local, por la vía plurinominal, en las pasadas elecciones en Quintana Roo.

Como es sabido, Morena arrasó y con ello Villegas será diputada local y la próxima presidenta de la mesa directiva del Congreso local.

El problema que se plantea es si en su caso, no se aplican las medidas legales que sí aplicaron al exgobernador de Baja California, Jaime Bonilla.

Como sabe, Bonilla fue electo senador y luego pidió licencia para competir por la gubernatura, que ganó.

Terminando su efímero Gobierno -18 meses-, volvió al Senado pero el Tribunal Electoral determinó que eso no se valía.

Villegas no ha solicitado licencia definitiva, lo que marcaría una diferencia legal respecto al caso Bonilla pues de antemano anunciaría que no pretende regresar al Senado.

A ver.

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Por cierto, hablando del Senado, ayer se oficializó el segundo regreso del exsuperdelegado Gabriel García, a su escaño.

García fue al inicio del sexenio y hasta la elección intermedia del 2021 el director de los programas sociales del Gobierno federal.

Volvió al Senado en septiembre pasado, pero luego fue nombrado encargado de un plan hídrico para la región de la Laguna, que no prosperó.

Ahora está de nuevo en el Senado y seguramente habrá quien especule que “lo regresaron’’, ahora sí, para competirle la coordinación de la bancada de Morena, dados los cuestionamientos que el zacatecano ha recibido desde la cúpula del poder.

LEG