La Iglesia –particularmente la católica– es para el presidente Andrés Manuel López Obrador parte y no solución de los problemas que enfrenta el país.

Desde el inicio de su gestión, quedó claro que, para la 4T, a diferencia de los gobiernos priistas y sobre todo panistas, la jerarquía católica no tendría participación en los juegos de poder porque se había prestado a validar los actos de corrupción de administraciones anteriores con tal de obtener ciertas canonjías.

Ni siquiera el asesinato de los sacerdotes jesuitas en la sierra Tarahumara sirvió para que López Obrador cambiara el discurso.

El homicidio de ambos ministros no le ha merecido más de 10 minutos en sus conferencias; siempre burla el tema y se sale por la tangente para terminar acusando a Calderón y García Luna por la crisis de violencia que vive el país.

Ayer, cuando se preparaba el sepelio de los sacerdotes asesinados, el Presidente volvió a quejarse de los críticos de su política de seguridad pública.

Se refirió al índice de letalidad, que ha bajado porque, argumentó, ya no hay matanzas (de militares) que remataban a los heridos.

“Pero eso ya se les olvidó, incluso a los religiosos, con todo respeto, que están apergollados por la oligarquía’’, aseguró.

Apergollar significa agarrar con fuerza, principalmente del cuello.

Dicho en cristiano, el Presidente sigue viendo la –supuesta– complicidad del clero católico con la “oligarquía’’, o sea los grandes empresarios, para atacar a su Gobierno.

Esta declaración es la respuesta a la crítica que hicieron obispos de varias regiones quienes le pidieron al mandatario “parar el río de sangre’’ que corre por el país.

Si los grandes empresarios mexicanos tienen tomada por el pescuezo -eso quiso decir el Presidente- a la jerarquía católica, en consecuencia, todos los actos del clero son politiqueros.

Evidentemente, con el poder que conserva el clero católico -según el último censo 70% de la población mexicana profesa esa fe-, esta declaración tendrá respuesta.

Algún asesor debería recomendarle al presidente López Obrador que, si bien su guía es Benito Juárez, los tiempos de la reforma ya pasaron.

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En noviembre de 2021, a unas semanas de partir al Vaticano, el entonces nuncio papal, Franco Coppola, dio una entrevista al periódico El País.

En esa plática, el nuncio, que ahora representa al Papa en Bélgica, reiteró lo dicho meses atrás durante una visita que realizó a Aguililla, Michoacán: las mafias florecen por falta de Estado.

Entonces la violencia no había alcanzado los límites actuales.

También reconoció, en la misma entrevista, que había 300 casos de curas investigados por acusaciones de abuso sexual; 50% de ellos había sido juzgados y separados del ministerio.

La declaración sobre la ausencia de Estado, las acusaciones por abusos sexuales, así como la cercanía de la alta jerarquía católica con los hombres de poder son, entre otras, las razones por las que el presidente mexicano ve a la Iglesia como victimario, no como víctima.

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Mientras el resto de los partidos se enredan en sus conflictos internos, Movimiento Ciudadano va, paso a paso, preparándose para 2024.

El fin de semana se definieron las coordinaciones nacionales: David Olivo, coordinador nacional de Proyectos Prioritarios; Manuel Herrera, coordinación con el Vínculo Empresarial; Carlos Padilla Becerra, coordinación con el Sector Deportivo y la exgobernadora priista de Yucatán, Ivonne Ortega, como coordinadora nacional de Enlace Político.

Es la alineación inicial con la que el MC arranca para posicionarse en el 2024.

¿Qué le parece?

 

LEG