Héctor Zagal

Héctor Zagal
(Profesor Investigador de la Facultad de Filosofía de la Universidad Panamericana)

Hoy, 28 de junio, se celebra el Día mundial del árbol. Los árboles limpian el aire, regulan el ciclo del agua, mantienen la salud de los suelos, proporcionan alimento y conforman el hábitat de cientos de especies de aves, mamíferos, reptiles, anfibios y plantas.

La Ciudad de México cuenta con varias especies de árboles: capulines, fresnos, ahuehuetes, ahuejotes, jacarandas, colorines, hules, truenos. Los árboles que viven en nuestra ciudad no sólo limpian el aire, nos dan sombra y frutos muchas veces, sino que también la embellecen. Que nuestra ciudad cuenta con miles de árboles se lo debemos, en buena medida, a Miguel Ángel de Quevedo (1862-1946), conocido como “El apóstol del árbol”. Dedicó su vida a preservar el ambiente mexicano por medio de reforestaciones de varias hectáreas de la capital mexicana y sus alrededores. Tras la muerte de su padre, fue enviado junto con sus hermanos a vivir a Francia. Allí obtuvo el diploma de bachiller en la Universidad de Burdeos y se graduó en 1887 como ingeniero hidráulico de la Escuela de Puentes y Calzadas de París.

Miguel Ángel de Quevedo ayudó al crecimiento del Boque de Chapultepec, a la construcción del Parque Balbuena, a la forestación de calzadas y siembra de arboledas. Sus iniciativas en materia forestal, durante el porfiriato y los gobiernos post-revolucionarios, abordaron los problemas de conservación en distintos niveles de administración pública.

Uno de las acciones más importantes de Miguel Ángel de Quevedo en la capital mexicana fue la donación de una hectárea de su rancho Panzacola en 1901. En 1907, esta área se convertiría en el primer vivero forestal mexicano. Con el paso de los años, el gobierno se encargaría de comprar propiedades aledañas para aumentar la zona del vivero. Finalmente se consiguió que éste se constituyera de 39 hectáreas destinadas a la producción de árboles que puedan ayudar a la forestación y reforestación de la Ciudad de México. Actualmente conocemos este proyecto como Viveros de Coyoacán.

El proyecto de preservación y forestación de Miguel Ángel de Quevedo no se centraba únicamente en los recursos naturales, sino en la relación de las personas y el Estado con ellos. Opinaba que ningún proyecto de nación prosperaría “si el elemento de territorio se convierte en ingrato e inhabitable, en miserable y penoso de vivir, como acontece con todo territorio desnudo de vegetación o desértico, en que la vida humana y aún la simple vida animal se hacen imposibles.” Estas ideas formaban parte del número uno de la Revista México Forestal, medio de difusión de la Sociedad Forestal Mexicana, creada en noviembre de 1921.

Lamentablemente, parece que en la Ciudad de México tenemos una guerra contra los árboles. Cada año se talan cientos de ellos. ¿Qué regulaciones hay para evitarlo? ¿Se reponen aquellos que se cortan? Hace años, hubo una campaña dirigida a los niñas y niñas: “adopta un árbol”. Las pequeñas y pequeños plataron árboles en las calles, frente a sus casas, frente a sus escuelas, y se comprometían a regarlos. Ojalá regresase esta campaña y, lo que es más importante, ojalá se detengan los asentamientos irregulares en las zonas boscosas y en las barrancas, que son claves para la Ciudad de México

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@hzagal

Profesor de la Facultad de Filosofía en la Universidad Panamericana