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Foto: AFP / La era de la conectividad global cualquiera tiene el poder de tomar una imagen capaz de recordar que, quienes están en el poder, son tan humanos  

Una mueca descuidada que se queda al alcance de las cámaras, un ceño fruncido cuando tu discurso blande los principios del amor y la paz, una sonrisa en medio de una carrera cimentada sobre la frialdad y el estoicismo… o por el contrario, un semblante triste y cansado mientras el país que gobiernas existe bajo la explosión de las bombas y el asedio enemigo.

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Décadas atrás, las estrategias de comunicación y relaciones públicas que flanqueaban la imagen de líderes y mandatarios rara vez permitían la circulación de sus rostros descuidados, agotados o peor, abrumados por una realidad visible para todos.

El acceso a las fuentes de comunicación era limitado y susceptible a los discursos oficialistas, aún hoy permanecen los territorios en los que “la línea” a seguir dicta que los dirigentes solo deben ser representados desde su mejor ángulo.

Fotografías contundentes no solo sirven para plantar cara ante gobernados o potenciales votantes, también para medirse en garbo y presencia ante la comunidad internacional.

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Sigue pasando, pero en la era de la conectividad global cualquiera tiene el poder de tomar una imagen capaz de recordar que, quienes están en el poder, son tan humanos y diversos como sus líneas de acción… y de expresión.

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