La derrota del 5 junio en 4 de los 6 estados en disputa pondrá a prueba la lealtad y la firmeza del compromiso y convicciones de los partidos que conforman la alianza Va por México.

Derrotada, aunque sus líderes simulen lo contrario, al PRI, PAN y PRD no les queda más que justificar su matrimonio mostrando músculo en la Cámara de Diputados y el Senado.

En espera de ser dictaminada en la Cámara de Diputados se encuentra la reforma electoral enviada por el Presidente de la República y que contempla la sustitución del INE, como actualmente lo conocemos, por otro órgano conformado por 7 consejeros elegidos en las urnas, de entre un grupo propuesto por el pueblo bueno y sabio.

Desde su anuncio, la oposición dijo que no pasará; es más, ni siquiera la habrían leído hasta este momento.

En el Senado hay también asuntos que le interesa sacar al presidente López Obrador, entre ellos la tipificación de la discriminación racial cómo delito, la reforma constitucional en materia de remuneración de servidores públicos, la regulación del uso de la mariguana y hasta la regulación de los nuevos productos de tabaco y nicotina.

En caso de la iniciativa de reforma electoral, tratándose de una reforma a la Constitución, Morena y sus rémoras no podría aprobarla pues requieren de 2/3 de los votos de los legisladores presentes en la sesión.

En la Cámara de Senadores, la mayoría se trata de modificaciones a legislaciones secundarias, salvo la reforma en materia de remuneración de los servidores públicos.

La oposición en San Lázaro, que evitó la aprobación de la reforma eléctrica de López Obrador, se encuentra, sin embargo, en una disyuntiva de sobrevivencia:
Sumar su fuerza para evitar que se desmantele el INE o negociar con el Gobierno a cambio de posiciones.

No es una suposición irreal.

Por ejemplo, el PRI se encuentra en terapia intensiva luego de los comicios del domingo pasado y en la víspera de que se disputen, el próximo año, las únicas dos gubernaturas que le quedan: Coahuila y el Estado de México, este último considerado la joya de la corona.

¿Qué estaría dispuesto el PRI a negociar a cambio de “no perder’’ el Estado de México, lo que marcaría su extinción como partido? ¿Aprobar la reforma presidencial?

En el caso del Senado, el próximo periodo se vuelve interesante, pues se pondrá a prueba la capacidad de negociación de Ricardo Monreal, la “corcholata rebelde’’.

Monreal le ha cumplido al Presidente en los temas fundamentales; en eso no hay queja.

Lo que lo ha distanciado de Palacio Nacional son sus posiciones moderadas en temas polémicos, su disposición al diálogo y a la reconstrucción de la sociedad, a la que se ha dividido en buenos y malos.

Los ultras de Morena esperan que Monreal fracase para exhibirlo como un traidor; sin embargo, el zacatecano tiene el colmillo y las relaciones suficientes para destrabar los temas que le interesan a López Obrador.

Como quiera que sea, los resultados del 5 de junio pondrán a prueba lealtades y alianzas.

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Con todo y que el INE sacó adelante el proceso electoral del domingo pasado, con una organización que ni la delincuencia organizada ni la electoral -a veces son lo mismo- pudieron impedir, a la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, se le hizo poco.

“No estuvo a la altura’’, dijo, seguramente nada más por socializar y para justificar que su operación política en Aguascalientes fue uno de los pocos fracasos de la 4T.

Ni hablar.

LEG