ELECCIONES
Foto: AFP / Indígenas y negros desplazados están confinados en incómodos albergues de Buenaventura, a merced de bandas herederas del paramilitarismo y el narcotráfico  

Calles desiertas, puertas aseguradas con candados, miradas desconfiadas, el silencio impera.

La mayoría escapó ante la llegada de narcos y rebeldes que se instalaron en sus casas. La extorsión, pobreza, desempleo, reclutamiento criminal forzado, homicidios, abusos sexuales y desapariciones rondan los barrios del Pacífico colombiano, donde aún sobreviven las bandas herederas del paramilitarismo y el narcotráfico.

La guerra entre los combatientes del Ejército de Liberación Nacional (ELN), la última guerrilla reconocida en el país, y del Clan del Golfo, el temido ejército del narco, se disputan a sangre y fuego los poblados que bordean los ríos Calima y San Juan, en la ruta para el tráfico de cocaína.

Los muros de las localidades son testigos agujereados por los disparos y marcados con siglas de los dos grupos en disputa, el ELN y las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), como se autodenomina el Clan del Golfo. Conforme un grupo avanza va tachando los grafitis del otro en las fachadas.

Enmarcada en una selva espesa a orillas del Pacífico, la región de 317 mil habitantes es una postal apocalíptica. El 90% de las 9.2 millones de víctimas del conflicto armado son desplazados y de esos casi 300 mil corresponden a Buenaventura, el puerto que mueve el 40% del comercio no minero-energético del país, y refugio de quienes tratan de huir de la violencia que en ese lugar sigue su curso sin importar el acuerdo de paz que 2016 que desarmó a la guerrilla de las FARC.

En esta periferia, el entusiasmo por la esperada victoria de la izquierda en las votaciones presidenciales del 29 de mayo pasa desapercibida. No podrán votar por el destierro de sus lugares de empadronamiento. Cuando el gobierno dio por vencido al Clan del Golfo, tras la captura y extradición a Estados Unidos de su capo “Otoniel”, ellos mostraron músculo y replegaron al ELN, explica Juan Manuel Torres, investigador del centro de estudios Fundación Paz y Reconciliación (Pares).

En el sur y oriente del área rural se expanden también disidencias de las FARC que rechazaron el acuerdo de paz; en el perímetro urbano combaten centenares de jóvenes repartidos en Shotas y Espartanos, dos facciones enfrentadas de la organización de origen paramilitar La Local.

“El desplazamiento mutó (…) ahora es gota a gota, silencioso. Es peor”, observa Torres. El 29 de mayo se lleva a cabo la primera vuelta de las elecciones presidenciales, con la izquierda a la cabeza en preferencias.

De Sudamérica, personalidades más influyentes

El presidente chileno Gabriel Boric, el innovador colombiano David Vélez y las pioneras colombianas Cristina Villarreal y Ana Cristina González, así como la brasileña Sonia Guajajara son algunos de los 100 personajes más influyentes elegidos por la revista Time.

Boric, de 36 años, comparte cartel en su categoría con mandatarios como el ucraniano Volodímir Zelenski, el estadounidense Joe Biden, el chino Xi Jinping, y hasta el ruso Vladímir Putin.

Del joven presidente chileno, el premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, destaca que está convirtiendo a Chile una vez más en el laboratorio social, político y económico del mundo.

El colombiano David Vélez es el fundador del banco brasileño en línea Nubank. “Empoderó a más de 54 millones de personas”, reseñó el presidente colombiano, Iván Duque.
 

LEG