Desde hace unos días las patadas bajo la mesa entre las “corcholatas’’ y “corcholatos’’ de Morena que pelean la candidatura presidencial, han dejado de ser ocultas.

Abiertamente, los grupos que apoyan a Claudia Sheinbaum se han encargado de hostigar a sus adversarios en la carrera por caerle mejor a López Obrador.

El domingo pasado, cuando Ricardo Monreal estuvo en Quintana Roo y fue recibido por un grupo que le gritó ¡Presidente!, ¡presidente!, Sheinbaum dijo que ese grito “no era importante’’.

“El grito que importa es el de ¡gobernador!’’, dijo, como refiriéndose al apoyo que debe darse a los candidatos de Morena pero dejando un navajazo al zacatecano que no es gobernador, sino senador.

Ayer cuando el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, se disponía a conversar con la prensa fuera de Palacio Nacional, fue interrumpido por un sujeto, seguramente espontáneo -ajá-, que le gritó que era un “neoliberal’’ y que entendiera que ellos -no dijo quiénes- estaban con Sheinbaum.

Ebrard no la dejó pasar.

“Ya desahogaste tu sueldo, ahora déjanos hablar…’’, respondió.

Pero el sujeto insistió. “Estamos con Claudia Sheinbaum’’.

-Pues sí, se nota-, reviró Ebrard. “Qué cosa’’, dijo, y ya no le prestó atención al espontáneo -ajá-.

Monreal estuvo en Oaxaca y fue recibido igualmente con el grito de ¡Presidente!

El hecho fue consignado en las redes sociales, sitio en el que quienes apoyan al zacatecano fueron virtualmente crucificados por los seguidores de otros candidatos.

Ebrard y Monreal, reconocido muy a la fuerza por López Obrador como candidato presidencial pero no entre sus preferidos, son los blancos preferidos de los grupos que ven a Sheinbaum como el plan A y a Adán Augusto como el plan B.

Pero las diferencias ya no son ni “amigables’’ ni ocultas.

Fuera apariencias; sálvese el que pueda.

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Por cierto, Monreal volvió a cuestionar las encuestas para la elección de candidatos, principalmente a la presidencia.

Se pronunció por una elección primaria, que no ocurrirá, porque López Obrador sigue pensando que los militantes de su partido creen que efectivamente su opinión cuenta a la hora buena.

No será así.

Pero bueno, ahí está esa posición para cuando se ofrezca.

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Ayer circuló la versión de que el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar, había girado las primeras instrucciones para atender las peticiones que recibió la semana pasada durante su visita al penal femenil de Santa Martha Acatitla.

De las 550 solicitudes que recibió de las mujeres presas, la Defensoría de Oficio creará una brigada para acompañar los casos de 200 de ellas.

Igualmente, se promoverán incidentes para revisar los casos con más de dos años de prisión preventiva.

Se concentrarán amparos indirectos en contra de la prisión preventiva justificada para marcar lineamientos claros para decretar dicha medida, tan cuestionada por la oposición y organismos civiles.

Estas son algunas de las medidas que el presidente de la Corte ordenó para cumplir los compromisos que hizo con las reclusas hace una semana, en lo que fue la primera visita de un ministro a un penal.

Si se concretan -y no tendrían por qué no hacerlo-, se estaría haciendo historia de la buena porque una buena parte de las reclusas fueron obligadas por sus parejas para cometer un delito y luego abandonadas, sin recursos para una defensa adecuada.

Este puede ser el auténtico legado de Zaldívar que hoy tendrá que enfrentar la votación para declarar constitucional o no la creación de los súper delegados, los vicegobernadores en la práctica.