Ayer fue un día muy representativo de lo que tenemos que entender muy bien en México, por más que el actual régimen lo quiera controlar todo desde Palacio Nacional y pretenda encerrar al país en modelos imposibles de autoconsumo, la realidad es que las presiones vienen hoy del exterior y son inevitables. 

Mientras en México, en la mañanera, se presentaba el Paquete Contra la Inflación y la Carestía (PCIC), en Estados Unidos, la Reserva Federal (Fed), definía el rumbo de las políticas monetarias de todos los bancos centrales del mundo occidental. 

Y mientras en México regresaba el discurso del autoconsumo de los productos agrícolas, en los mercados internacionales el trigo se disparaba otro 3% y los precios del petróleo subían más del 5%, por las consecuencias económicas que se mantienen tras la invasión de Rusia a Ucrania. 

México enfrenta un escenario complejo global de altas tasas inflacionarias, especialmente en los precios de los energéticos y de algunos productos agropecuarios, junto con la realidad de un cambio en las condiciones del mercado de las tasas de interés para combatir precisamente ese tipo de presiones en los precios. 

El PCIC de la 4T, afortunadamente, no cayó en la tentación del control de precios, más allá del congelamiento durante un semestre de los precios de 24 productos básicos. Otras medidas son propaganda y unas más prometen servir de algo para atenuar las presiones en los precios. 

Pero son problemas globales muy complejos los que aumentan la inflación y tienen que ser también soluciones mundiales las que puedan servir como medicina para aliviar las presiones en los precios. 

Pero siempre hay medicinas que pueden implicar otro tipo de enfermedades como, por ejemplo, el aumento en el precio del dinero. 

Por eso, lo que sí tiene que hacer el actual Gobierno es cuidar las finanzas públicas. 

No puede el régimen de Andrés Manuel López Obrador, en la desesperación de ver que no le salen las cosas, abandonar uno de los pocos mantras positivos que tiene la 4T y que reza que hay que mantener las finanzas públicas sanas. 

Dentro de este marco de su PCIC el régimen actual ha optado por quemar enormes cantidades de dinero en subsidios fiscales a las gasolinas. No implican un riesgo de desequilibrio, pero sí son recursos que no se recaudan y por lo tanto no apuntalan otros rubros de gasto. 

La economía no crece al ritmo que sí lo hacen los requerimientos de gasto de los proyectos consentidos del presidente López Obrador. Esto ya implicó el año pasado un sobre ejercicio del gasto público de más del 7% de lo presupuestado y un aumento de la deuda pública del poder ejecutivo federal de más del 20% en tres años. 

Si no bajan el ritmo del gasto público en esos proyectos poco rentables de la 4T, si la economía no logra tasas de crecimiento que aumenten la recaudación y si el incremento de las tasas de interés presiona el costo de la deuda, México podría descomponer el escenario de relativa estabilidad que mantiene. 

Esa sí es responsabilidad del actual Gobierno y eso sí tiene que considerarlo como un enorme riesgo de control local. 


  @campossuarez