Todos quieren ir ahora a Ucrania. Todos ven el semillero de votos de aquel país. Por supuesto que la comunidad internacional ya no sabe qué más hacer para ayudar. La mayoría de los estados de Europa han otorgado ayudas económicas y militares a Ucrania, un país que intenta nacer de sus propias cenizas.

Hace pocos días, el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, anunció desde Kiev el mayor envío de armamento y equipamiento militar a Ucrania. Antes lo hizo Boris Johnson, de Gran Bretaña. Pero además de los más de mil millones de euros que Europa ha ofrecido a Ucrania en material bélico -serán muchos más, sin duda-, está dejando una gran cantidad de efectivo para que la población de ese país no termine de morir ante la locura y las atrocidades que está cometiendo Vladimiro Putin.

Es cierto que el Viejo Continente se está volcando y le ha plantado cara a Putin. También es verdad que estamos ayudando con coraje, generosidad y entrega a más de cuatro millones de ciudadanos ucranianos que se encuentran en las fronteras con Polonia, República Eslovaca y Rumanía. Este tema es toral y lo es porque se puede perder el famoso estado del bienestar y el confort que tanto le ha costado a Europa. Fueron muchos años de sacrificio, desde la Segunda Guerra Mundial, para poder ver un continente que mira hacia el progreso y que se ha convertido en líder.

Pero además tenemos que pensar que cualquiera de nosotros podría ser cualquiera de los ciudadanos ucranianos que viven hoy en un ostracismo forzado, sin haberlo querido, sin haberlo tan siquiera imaginado. Esos más de 4 millones y medio de refugiados no supone que los más de 700 millones de europeos tengamos que renunciar a este confort. Sin embargo, sería imperdonable que no lo hiciéramos, que no ayudáramos a nuestros hermanos de Ucrania. Ahora bien, también los mandatarios ven una gran oportunidad, es más, ven la oportunidad de salir en la foto de manera inmaculada por una buena causa. Las elecciones son las elecciones, los votos son los votos.

Primero fue la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von Der Leyen, la que fue acompañada por el Comisario de Exteriores de Europa, el español Josep Borrell. Ambos llegaron a Kiev embozados en sus cascos y en sus chalecos antibalas. Ambos se hicieron la foto con el protagonista Zelenski. Y eso, eso representa votos, muchos votos.

Antes de ellos los presidentes de Polonia, República Checa y Eslovenia también se entrevistaron con el líder ucraniano.

Tampoco podía faltar Boris Johnson en su cita con Zelenski. El primer ministro británico tenía que expiar sus macrofiestas en un país que sufrió las consecuencias del Covid. Johnson tenía que salir ante una situación de un ángel caído, y nadie mejor que Zelenski para ayudarle.

Hace pocos días le tocó el turno al presidente del gobierno español, Pedro Sánchez. Con una intención de voto que no hace más que caer gracias, entre otros motivos a Podemos, su compañero populista de viaje, tenía que buscar la foto. Da igual los misiles y las balas. Una elección es una elección y el año que viene se la juega. En España, el nuevo líder del partido popular, Alberto Núñez Feijóo, ha arrancado con un gran índice de popularidad y VOX, la extrema derecha, podría aliarse formando un gran centro de poder que podría arrebatar las elecciones al Partido Socialista de Pedro Sánchez.

En las elecciones todo se vale para conseguir el poder. Incluso las fotos de la guerra.

 

  @pelaez_alberto