Héctor Zagal

Héctor Zagal

(Profesor Investigador de la Facultad de Filosofía de la Universidad Panamericana)

¿Han escuchado hablar del fuego de san Antonio? Es una enfermedad provocada por intoxicación con cornezuelo de centeno, un hongo parásito de este cereal. El hongo se muestra como un cuerno negruzco en las espigas del centeno. La enfermedad empezaba con un frío intenso y repentino en todo el cuerpo. Después, el frío era reemplazado por una sensación de quemazón. La intoxicación produce alucinaciones, convulsiones y vasoconstricción de las arterias. Esto podría causar la necrosis de tejidos. Los casos más extremos requieren de amputación.

¿Y qué relación tiene esta enfermedad con el santo? Antonio (251-356), antes de santo, fue hijo de una acomodada familia egipcia. A los 20 años vendió todas sus posesiones y regaló las ganancias a los pobres. Después, llevó una vida ascética en el desierto, donde fue tentado por el diablo. Se le considera el fundador de la vida monacal cristiana. A finales del siglo XI se fundó la Orden Hospitalaria de San Antonio para ayudar a los enfermos que sufrían los males del ergotismo. Para ser curado de ergotismo se aconsejaba peregrinar al monasterio de la orden. Allí serían tocados por el báculo de los monjes para ser curados. Bueno, también se les bañaría, se les ofrecería una estancia cómoda que incluía comidas nutritivas y libres de cornezuelo. Para quienes sufrían ya gangrenas, los monjes limpiaban sus heridas y les colocaban vendajes limpios.

El viaje hacia el templo antoniano, intoxicado, con fiebre y alucinaciones, pudo haber sido experimentado como un viaje psicodélico. Otros enfermos recorrían el Camino de Santiago buscando la cura a la quemazón y a la necrosis. De hecho, peregrinar a Santiago de Compostela se volvió un método preventivo de la enfermedad. Algunos consideran que, para quienes aún no estaban graves, la simple peregrinación podría haber servido para desintoxicarse. Y si después recibían un buen trato, pues qué mejor.

Las epidemias de ergotismo azotaron varios poblados europeos desde la Edad Media hacia finales del siglo XVIII. Sin embargo, el cornezuelo seguiría provocando viajes hasta nuestros días. El 19 de abril de 1943, el químico suizo Albert Hofmann (1906-2008) realizó un viaje en bicicleta bajo los efectos psicodélicos del LSD. ¿Qué tienen que ver el cornezuelo con el LSD? El LSD, o dietilamida de ácido lisérgico, se obtiene del cornezuelo, hongo que Hofmann había estado estudiando durante unos cinco años como parte de un programa de investigación farmacéutica. Durante esas investigaciones había ingerido de manera involuntaria un poco de LSD probablemente vía cutánea. Su experiencia fue descrita como una “agradable ebriedad” que estimuló su imaginación.

¿Qué más podría provocar esta nueva sustancia? Lo descubriría el 19 de abril, cuando consumió 0.25 mg diluidos en agua. Los primeros síntomas lo golpearon cuando seguía en su laboratorio: ansiedad, distorsión sensorial y deseos de estallar en carcajadas. Nervioso por lo que podría venir después, Hofmann decidió volver a casa acompañado por su asistente de laboratorio. Debido a las restricciones de tiempos de guerra –aún faltaban dos años para que terminara la Segunda Guerra Mundial– el uso del automóvil estaba prohibido. Tendrían que volver en bicicleta. Ya en casa, los síntomas de Hofmann se agravaron. En su diario describiría su experiencia como una conjunción de percepciones distorsionadas, ataques de pánico y alucinaciones. Sin embargo, estaba lo suficientemente consciente como para pedir un vaso de leche como posible antídoto contra la intoxicación. Temiendo encontrarse en la antesala de la muerte, pidió que llamaran a un médico. Pero éste no encontró anormalidades en el pulso ni en la respiración de Hofmann. Lo único anormal en Hofmann fueron sus pupilas dilatadas.

¿Qué opinan de este viajecito? Celebremos el Día de la Bicicleta, hoy 19 de abril, en memoria de los pedaleos de Hofmann. ¡Pero sin psicodelia de por medio!

Sapere aude! ¡Atrévete a saber!

@hzagal

Profesor de la Facultad de Filosofía en la Universidad Panamericana